Los desafíos del yuan digital de China para ser la moneda de los BRICS
Los desafíos del yuan digital de China para ser la moneda de los BRICS

Desafíos del yuan digital de China para ser la moneda de los BRICS

Cómo afrontar la enorme presencia del dólar en el comercio mundial será uno de los puntos fuertes que la alianza de países BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) debatirá en la próxima cumbre que se celebrará en Johannesburgo (Sudáfrica) del 22 al 24 de agosto. Otro de los asuntos relevantes que se tratará es la incorporación de nuevos países a la alianza y cómo mejorar el intercambio financiero y comercial.

Al parecer, según han recogido diferentes medios de comunicación, podría haber más de 40 países interesados en unirse a la alianza. Algunos de ellos han sido sancionados por Estados Unidos y la Unión Europea, prohibiendo o limitando el acceso a importantes ecosistemas financieros. En este contexto, se plantea crear la moneda BRICS y todos miran hacia el el yuan digital de China.

BRICS, una alianza gigante

Los cinco países emergentes que integran BRICS son importantes actores económicos y políticos globales. BRICS fue fundado en 2006 por los ministros de Relaciones Exteriores de los cinco países citados. Desde entonces, los BRICS no han parado de ganar protagonismo en la escena internacional. Sobre todo, por sus importantes discusiones en asuntos relacionados con el comercio, la inversión, el desarrollo y la seguridad.

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Los cinco países aglutinan más de 3.000 millones de personas y una economía combinada de más de 49 billones de dólares. Unas cifras que subrayan su potencial para influir en el curso de la economía global. BRICS ha sido elogiado por su capacidad de promover el desarrollo y la cooperación económica entre los países emergentes, pero también ha sido criticada por la falta de transparencia y compromiso con la democracia y los derechos humanos.

Yuan, ¿La moneda del BRICS?

El país con más peso dentro del conjunto BRICS es China. Representa el 60% de todo el PIB contabilizado de la alianza. El país asiático goza de gran presencia económica, financiera, comercial, militar y política, en la mayoría de países que desean unirse a la alianza. Muchos de ellos se encuentran en África y Medio Oriente, donde China ha desplegado sus tentáculos mediante potentes inversiones, lo que la sitúa como el actor más relevante de la alianza. De ahí, el interés de convertir al yuan en la moneda de los BRICS.

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La idea de que el yuan chino se convierta en una moneda de reserva global ha ido cobrando fuerza poco a poco. La llegada del  yuan digital podría hacerlo todo más sencillo. Sin embargo, los desafíos para que esto suceda son enormes. Aunque el yuan digital ha avanzado en sus pruebas, la moneda digital aún es un sistema de pruebas. En China, la mayoría de las operaciones electrónicas no se realizan utilizando el yuan digital. Se utilizan opciones de pago como las ofrecidas por las aplicaciones WeChat Pay y Alipay, que ocupan más del  90 % de los pagos electrónicos del país.

La sencillez y accesibilidad de dichas aplicaciones hace que sean utilizadas por más de mil millones de usuarios chinos. Así, la expansión insuficiente y las cuestiones organizativas de la moneda internamente son el principal desafío de China para poder ofrecer el yuan digital como moneda de reserva internacional.

Ni digital ni fiat

La situación se repite con su contraparte fiat. Pese a movimientos de países como Brasil, que han hecho del yuan su segunda moneda de reserva, el yuan sigue estando muy lejos de ser considerada una moneda de reserva internacional. Cabe recordar que la decisión de Brasil fue una orden presidencial y no se hizo teniendo en cuenta una realidad económica y financiera tangible.

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Según datos del Fondo Monetario Internacional, solo el 2,5 % de todas las reservas internacionales del mundo estaban expresadas en yuanes en el primer trimestre de 2023. En comparación, una economía mucho más pequeña, pero estable y  abierta, como la de Japón, sitúan su moneda (el yen) con el 5,5 % de todas las reservas internacionales globales.

Las expectativas creadas acerca de que los países BRICS tomen el yuan como moneda de intercambio y reserva también dejan de lado un punto muy relevante: el control de capitales. Este concepto hace alusión al conjunto de medidas enfocadas en limitar y controlar el flujo de capital extranjero dentro y fuera de la economía nacional. Esta práctica en China es una expresión «usual y desmedida». Basta un solo un dato: la Agencia Estatal del Mercado de las Divisas de China (SAFE por sus siglas en inglés) ha vetado transferencias internacionales superiores a los 500.000 millones de dólares desde 2016 hasta 2022.

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Para ello ha utilizado una serie de reglamentos que bloquean la libertad de capitales. Este hecho ha llevado a una fuga de capitales sin precedentes. De hecho, en 2019 fueron tomadas nuevas medidas, incrementando la fuga de capitales. Los inversores son alérgicos a los controles de capitales y ninguno quiere que un tercero decida lo que debe hacer con su dinero.

Devaluaciones continuas

China ha controlado el valor de su moneda a lo largo de su historia y la ha devaluado de manera artificial con el fin de promover una guerra de divisas. De esta forma, si China decide devaluar su moneda por cuestiones de competitividad, cualquier inversor en el país estaría perdiendo poder adquisitivo, al ver cómo su dinero se diluye frente a otras monedas.

Por todo ello, que el yuan se convierta en moneda de reserva resulta complejo. De hecho, los datos del FMI hablan por sí solos de esta realidad. La China de Xi Jinping ha sido una China cada vez más autoritaria y controladora. Con lo que está sucediendo en África y en algunos países de Latinoamérica (Venezuela o Brasil) está claro que el país usará la moneda como arma económica y de control donde lo necesite.

Tensiones geopolíticas

A todas estas cuestiones hay que sumar la tensa situación entre China y Taiwán. La posibilidad de una guerra con Taiwán, al que no reconoce como nación, podría llevar a China a tener que afrontar duras sanciones de Estados Unidos y Europa. También podría tener enormes efectos negativos en las industrias tecnológicas globales, ya que Taiwán es el principal productor de semiconductores del mundo. China suele unir a sus datos de producción de semiconductores las cifras de Taiwán para demostrar  que es el mayor productor del mundo de estas tecnologías.

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En una situación así, el yuan quedaría seriamente afectado. Muchas voces indican que los planes de China para expandir su moneda como reserva tiene que ver con la idea de crear un escudo económico y financiero contra las sanciones que podría enfrentar en caso de una guerra con Taiwán.

Lo que está claro es que China será el gran protagonista de Cumbre, seguida por Sudáfrica y Brasil. Los tres países quieren brillar y resaltar en el escenario político y económico de sus respectivos continentes. Cada uno por distintos motivos, pero todos buscan dejar huella en el mundo y la próxima cumbre se presenta como un momento propicio para ello.

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