Papel de cajeros automáticos en el uso cotidiano de criptomonedas
Papel de cajeros automáticos en el uso cotidiano de criptomonedas

Papel de los cajeros automáticos en el uso cotidiano de criptomonedas

El mes de mayo registró un aumento neto de 1.397 nuevos cajeros automáticos de Bitcoin en todo el mundo. Según los datos aportados por Coin ATM Radar, hay actualmente 35.073 cajeros automáticos operativos en todo el planeta, estando presentes en 74 países. En España, son 285 los existentes. En Latinoamérica, destacan: El Salvador (212), Colombia (37) o Panamá (27).

Un aumento de cajeros automáticos que ha venido siendo estable en países como Polonia, Australia o España. En Australia se alcanzan ya los 463 cajeros automáticos y en Polonia los 263.

Cajeros criptomonedas

No obstante, el aumento llega tras tres meses de reducción del número de máquinas en todo, especialmente en Estados Unidos. Esta es una de las consecuencias de la política restrictiva que la Administración de Biden viene desarrollando con respecto a las criptomonedas. Hay que apuntar que más de ocho de cada diez cajeros automáticos de Bitcoin funcionando en el mundo están instalados en Estados Unidos. Un total de 29.482 cajeros operativos en estos momentos.

El saldo de instalaciones de cajeros automáticos de Bitcoin había sido históricamente positivo. El número de cajeros instalados en el mundo ha venido superando al de los desinstalados desde que se tiene registro (2014). De hecho, las desinstalaciones eran anecdóticas. Fue en el pasado verano de 2022 cuando se registró el primer saldo negativo. Tras recuperarse ligeramente la positividad del saldo durante los meses siguientes, se intensificó tal sentido negativo del saldo en el primer trimestre de 2023.

Seguir los rastros de la evolución de algo que es relativamente nuevo es una de las actividades más apasionantes que existe. Cada huella es relevante y pone al analista ante la interpretación radical: terminará consolidándose esta innovación o se trata de una apuesta que está destinada a desintegrarse más pronto que tarde. Hay que tener en cuenta que muchas de las producciones técnicas apenas alcanzan el estatuto de innovación. Que pocas innovaciones logran pasar al momento experimental y vital de entrar en la vida cotidiana de algunas personas, a las que podríamos considerar comunes.

Tarjetas de crédito

A su vez, son aún menos las innovaciones que logran hacerse un hueco entre los usos y rutinas de la gente. Así, no basta con que los expertos debatan e incluso discutan sobre una innovación técnica. Sobre sus consecuencias. Sobre sus potenciales valores de mercado. Todo esto es importante; pero lo que lleva una innovación al estatus de institución social es su inscripción en el entorno inmediato de las personas y sus prácticas cotidianas. Sobre todo, cuando esa innovación técnica tiene que ver con algo tan usual y tan central en las culturas de las sociedades modernas como es el dinero.

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La historia reciente nos dice que algunas de estas innovaciones técnicas relacionadas con el dinero fueron fulgurantes. Es el caso de las tarjetas de crédito es paradigmático. Permitían pagar en cualquier lugar del mundo y en cualquier rincón. Son muy pocos ya los que usan los que se denominaban “cheques de viaje” para sus estancias fuera del país. Casi nadie recuerda que eran necesarios para obtener dinero del país de destino, debiéndose pasar por las oficinas bancarias de ese país. Se firmaban delante del empleado de la oficina. Procedimientos que hoy, que pagamos con una aplicación en el teléfono móvil, pueden parecernos rocambolescos.

Enseguida se vio la fuerza de las tarjetas de crédito. Su potencial para convertirse en una institución. El sociólogo norteamericano George Ritzer llevó a cabo una interpretación del mundo a través de las tarjetas de crédito. En España, su afincamiento fue acelerado. Acababan con las letras en el ámbito del consumo. Permitieron el gran salto hacia la sociedad de consumo. El país se llenó de cajeros. España fue uno de los países del mundo con más tarjetas de crédito y más cajeros automáticos per capita. A esto último ayudó lo que era una extensa red de sucursales bancarios y un sistema financiero con muchas entidades en competencia. Tal vez pequeñas, como se criticaba; pero en competencia, que se peleaban por un cliente, al que ahora parecen despreciar.

Cajeros automáticos y evolución de las criptomonedas

Mientras en otros países, como Reino Unido, podían verse colas ante los cajeros automáticos de sus grandes capitales, en España había máquinas expendedoras de dinero cercanas. Al final de los ochenta empezaron las fusiones. Ahí se enfiló la caída de servicios, el secuestro de los clientes por parte de las entidades (obligación de cobrar la nómina y de pagar recibos por banco), el aumento de comisiones y la sensación, por parte de los clientes, de que había que buscar alternativas.

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Ya España no es un país en que pueda encontrarse una oficina bancaria, con su cajero automático, en cada esquina. Se han venido cerrando. Buscan otras paredes, como las de los estancos. Pero las tarjetas de crédito de dinero fiat ya están institucionalizadas. Abultan nuestros bolsillos y carteras. Ya no son innovación. Actualmente, apenas es necesario buscar los rastros de las tarjetas de crédito. Son ellas las que trazan el mundo, como supo ver Ritzer, y el perfil de los ciudadanos. Las tarjetas de crédito habituales, las de dinero fiat de los bancos, ya no necesitan de los cajeros automáticos para extender de tal manera su uso, que ya lo que no se usan son las monedas o los billetes.

La fase de evolución de las criptomonedas sí requiere de los cajeros automáticos. Esa máquina que, en pocas palabras a través de una pantalla, da billetes de la moneda oficial, pone nuestro crédito en esas paredes que lo soportan. Permite ir por la calle con la tranquilidad de quien lleva su caja de dinero consigo. A la vez, bien cerrada para los otros y bien abierta para nosotros. Una tranquilidad directamente proporcional a la conexión que proporcionan con nuestro dinero. Más fácil y mayor tranquilidad si se trata de cajeros de nuestra entidad financiera. Los bancos utilizaban su gran red de cajeros para atraer clientes. Eran clientes en los que la tarjeta de crédito de dinero fiat formaba parte ya de su mundo de vida.

Interpretación del mundo a través del uso de criptomonedas

Ahora las entidades financieras son también otras. Trabajan con criptomonedas. Al menos, mientras los bancos tradicionales no den públicamente el salto hacia las mismas. Para atraer clientes, esas nuevas entidades financieras necesitan de los cajeros automáticos. Estas máquinas constituyen uno de los principales canales para conseguir el hábito de uso de las criptomonedas. Estas máquinas construyen un mensaje: puedes adquirir criptomonedas o billetes de la moneda oficial en cualquier momento, en cualquier lugar. Llevas una especie de “gran bolsillo mecánico” contigo. Cuantos más cajeros automáticos, más alto es el mensaje.

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Los cajeros automáticos son el puente para que las criptomonedas entren en el mundo de vida de la gente. Dándoles la tranquilidad de que pueden obtener billetes de curso oficial en todo momento. Por ello, la expansión de cajeros automáticos de criptomonedas es uno de los rastros más significativos de la institucionalización de una práctica. En este caso, el del uso cotidiano de criptomonedas. Tal vez ya es el momento de hacer una interpretación del mundo a través del uso de las criptomonedas, como hizo Ritzer a partir del uso de las tarjetas de crédito.

Foto extraída de instagram de de General Bytes

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Javier Callejo
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