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El Salvador y China: dos modelos para armar en la geopolítica bitcoin

En su obra 62 Modelo para armar, el escritor Julio Cortázar realizó uno de los experimentos literarios más atrevidos e interesantes jamás escrito en español. Se plantean, por ejemplo, segmentos narrativos en blanco que el lector ha de rellenar. De aquí lo de “para armar”. Con las relaciones entre los estados con respecto a las criptomonedas nos encontramos en una especie de situación semejante: está todo por armar. Sin embargo, hay dos países que han decidido completar este espacio en blanco. Además, lo están haciendo en sentidos opuestos. Son El Salvador y la República Popular China.

Bitcoin en El Salvador y China

El Salvador de Nayib Bukele y 6,5 millones de habitantes ha adoptado oficialmente el bitcoin como moneda oficial, siendo el primer país que lo hace. La China de Xi Jinping y 1.400 millones de habitantes ha prohibido toda actividad relacionada con las criptomonedas. Cortázar era un gran viajero. Hoy, su obra nos sirve de apoyo para trazar un viaje desde la costa de El Pacífico de El Caribe al siempre exótico, desde ojos occidentales, Lejano Oriente. Aun cuando las distancias con respecto a las criptomonedas parecen aún mayores que las físicas o culturales. Incontables en kilómetros. Detrás de cada opción, laten también muy distintos modelos políticos.

China prohíbe las criptomonedas y prepara el desembarco del yuan digital

En El Salvador, nos encontramos con un modelo que, hoy por hoy, podemos denominarlo como modelo utópico de las criptomonedas. Un modelo en el que se asume, bastante más allá de la realidad concreta del país, que sus ciudadanos usarán bitcoin porque obtendrán beneficios privados, como, por ejemplo, transferencias más baratas. Simultáneamente, el país obtendría beneficios públicos, en clave de soberanía, dejando de depender de monedas vinculadas a otros países, como el dólar.

Sin sociales en el país de Bukele

La cuestión es que, actualmente, apenas existen las bases sociales para el uso de bitcoin en particular y de cualquier moneda cripto o digital en el país de Bukele. Más allá de los intereses que se atribuyen a su Presidente, para la toma de esta medida, aparece como una acción realizada por los que, en términos marxistas, llamaban los socialistas utópicos. Socialismo utópico frente a los que se consideraban socialistas científicos. La oposición entre utópicos y científicos la estableció el inseparable compañero de Karl Marx: Friedrich Engels. Paradojas de la historia, el otro país que no deja de tomar medidas con respecto a las criptomonedas supone hoy la concreción socialismo real: China.

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Con respecto a las criptomonedas, nos encontramos en China un modelo que podemos calificar de distópico. En primer lugar, distópico para las propias criptomonedas, al lanzar el uso de estas a la más profunda ilegalidad, en un país que no parece especialmente tolerante con los delitos. Al menos, con los delitos del pueblo o los que consideran “contra el pueblo”. Pero, también distópico desde la perspectiva del tipo de organización social que se prefigura desde la medida.

Combate contra las criptomonedas en China

El gobierno de Jinping ha prohibido la negociación y el minado de criptomonedas. Esto último bajo la llamativa argumentación de su alto gasto energético, en uno de los países más contaminantes del mundo. Esta medida ha provocado una fuerte caída de las criptomonedas, con bitcoin y ethereum a la cabeza.

Las criptomonedas se deshacen de su representación como mundo salvaje

Se trata de un acto de combate contra las criptomonedas, en un país en que su uso estaba relativamente extendido. No digamos ya el minado, pues se localizaban en su territorio algunas de las mayores granjas de minado del mundo. Pero el problema principal es que el uso de las criptomonedas escapa al control gubernamental. El movimiento estratégico del gobierno chino ha sido poner en marcha, en un tiempo que puede considerarse récord, su moneda digital del banco central (CBDC, por sus siglas en inglés), el e-yuan o yuan digital. Desde el mismo momento que se anunció su nacimiento, se supo que la divisa digital pública china y las criptomonedas entraban en guerra. Una guerra muy desigual, ya que el gobierno chino dispone de todas las armas.

Modelo distópico

Un modelo distópico por el tipo de organización social que apunta. Una estructura organizativa fuertemente centralizada y jerarquizada, con escaso reconocimiento real de los derechos de los ciudadanos, donde el uso del e-yuan puede servir de base para el registro de los movimientos y comportamientos de estos ciudadanos. Si el uso de las criptomonedas generaba la sombra del descontrol entre los dirigentes chinos, la respuesta ha sido un refuerzo del control. Eso sí, con toda la fuerza de la ley: prohibiendo las criptomonedas.

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Más allá de los modelos de organización social que llevan implícitos o, mejor dicho, las intenciones de modelos de organización social, pues son todavía modelos para armar, ambos constituyen dos referencias o liderazgos en el mundo sobre la forma de tratar las criptomonedas. Por ello están puestos los ojos en sus experiencias. Si la experiencia salvadoreña se consolida y tiene cierto éxito, no cabe duda de que servirá de ejemplo para otros países que se encuentran en similares condiciones: falta de soberanía monetaria y una relativamente alta proporción de remesas de dinero enviadas desde el extranjero por sus ciudadanos. El modelo de la superación de la falta de soberanía monetaria.

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En el caso de China, una referencia para los estados de cómo combatir las criptomonedas y reconducir el uso del dinero digital, cuando parecía que ya había arraigado en las clases medias. Un ejemplo de medidas de estado para defenderse de la pérdida de control que puede conllevar el uso extensivo de las criptomonedas, que incluso puede servir de referencia a otros estados –incluidos los occidentales- que hoy pasan por ser más democráticos que la República Popular China.

El dólar norteamericano

Es por ello que ambos modelos con respecto a las criptomonedas tienen una proyección global y geopolítica. Modelos distantes, espacial y simbólicamente. Tan distantes que no puede decirse que entren en conflicto. Eso sí, si hablamos de guerra de modelos, hay un actor que parece quedar en tierra de nadie y ser, a su vez, un espectador pasivo sobre el que se ciernen las amenazas. Este actor se llama dólar norteamericano.

Tanto el salvadoreño, como el chino, todavía son modelos para armar. Pero, también, modelos que la pueden armar, desarmando el modelo basado en el dólar norteamericano.

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Javier Callejo
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