¿Está tocada la globalización por el coronavirus? La globalización permitió el éxito del denominado sistema de mercado, al que podemos definir como un método de coordinación social realizado mediante el ajuste mutuo de sus participantes. En lugar de ejecutarse a través de un coordinador central que dicta lo que hay que hacer en todo momento.
Las personas no cooperan entre ellas por razones altruistas. Lo hacen porque les resulta útil para conseguir sus propios objetivos. La cooperación está en el núcleo del sistema de mercado, ya que sólo ayudando a otros y siendo ayudados por otros pueden combatirse pandemias como la del coronavirus.
Tal y como demuestra la biología, mil billones de células componen un cuerpo y 50.000 millones de átomos se coordinan para construir cada una de las moléculas del ADN. Todo ello, sin coordinación central alguna. En definitiva, las sociedades recurren al uso de complejos procesos de interacción más que a la aplicación de la autoridad. Y así lo está demostrando la era de la descentralización, abanderada por la tecnología Blockchain y criptomonedas como bitcoin.
Globalización y coronavirus
La actual economía globalizada no puede entenderse sin comprender antes el concepto de conectividad. Un concepto integrado por un entramado de infraestructuras: transportes, energía, comunicaciones, internet y las cadenas de suministro mundiales. Dicho entramado es el que está conformando el sistema real y funcional de nuestro mundo.
La conectividad se está convirtiendo en una de las grandes tendencias del siglo XXI y en el torrente sanguíneo del mundo globalizado. Lo fundamental ya no reside en el tamaño, sino en el grado de conectividad. Los territorios quieren estar conectados a otros territorios, para que las cadenas globales de suministro puedan ser más regulares.
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Nuestra emergente civilización en red se está configurando atendiendo más a las cadenas de suministro que a las fronteras. La economía actual, donde la conectividad ha reemplazado al concepto “división”, como nuevo paradigma de organización global, es el mejor ejemplo. A todas estas cuestiones hay que añadir las posibilidades que ofrecen los denominados smart contracts para la desintermediación, la integración y la eficiencia en las cadenas de suministro globales.
Liderazgo por el 5G
La naturaleza de la competición geopolítica ha evolucionado de los territorios a la conectividad. Así lo atestigua el actual confrontamiento entre Estados Unidos y Huawei por el liderazgo mundial del 5G.
China es hoy una economía con más más peso y mucho más integrada en la economía global que hace 18 años. Su PIB ha pasado de representar poco más del 4% del PIB mundial en 2002, a casi el 17% en la actualidad. Además, participa activamente en el comercio global y sus exportaciones representan el 12% del total mundial, frente al 4,5% de 2002.
En este mundo globalizado y conectado, el número de personas que viajan a través de las fronteras cada año supera los 1.000 millones. Se prevé que la cifra se duplique en en diez años.
En este contexto es donde ha aparecido el Covid-19 o coronavirus, provocando la primera gran crisis sanitaria global de la era digital del siglo XXI y grandes estragos en la economía y en la sociedad. Como consecuencia, el Coronavirus se está convirtiendo en la gran amenaza de la globalización.
España y los insumos
El contagio exponencial de casos por coronavirus y la ralentización de la actividad productiva golpea los intercambios e interrumpe los suministros mundiales. En el caso de España, sectores como el automóvil, los productos farmacéuticos, la maquinaria de precisión y el material informático figuran entre los más vulnerables. Hay que tener en cuenta que el empleo de insumos importados es superior al 50% del total producido. Tampoco debemos olvidar el sector turístico.
El Covid-19 es una enfermedad que se transmite de animales a humanos y que se contagia, principalmente, por las secreciones de personas infectadas. El período de incubación tiene una media de cinco días y la cuarentena de catorce días. Parece ser que la estacionalidad del virus podría debilitarse con la llegada de la primavera, debido a más horas de sol y a temperaturas más altas. Lo cierto es que aún no existe una vacuna y que los tratamientos disponibles son experimentales. Todas estas incógnitas están generando miedo en la sociedad global.
La decisión de la OMS de elevar el riesgo del coronavirus a “muy alto” y su propagación exponencial han disparado las alarmas en los mercados financieros mundiales. Los índices bursátiles se han desplomado, con pérdidas acumuladas de dos dígitos. Muchas de las situaciones recuerdan al estallido de la burbuja financiera de 2008, con niveles de incertidumbre que no se veían desde la crisis de Lehman Brothers.
Contracción del PIB de China
Pimco, una de las mayores gestoras del mundo, prevé que el producto interior bruto (PIB) de China se contraiga un 6 % en el primer trimestre del año, como consecuencia del coronavirus. Esta caída supondrá que la economía china crezca en el conjunto de 2020 un 3 %. Justo la mitad que el crecimiento promedio del país.
China representa aproximadamente el 25 % de la actividad manufacturera global. Por lo que las consecuencias del parón de su industria ya se están sintiendo en todo el mundo.
En los últimos quince años, la expansión del comercio global ha estado plenamente ligada al protagonismo creciente de las cadenas de suministro, que en la actualidad se organizan a escala internacional. Lo que ha permitido que las empresas deslocalicen su producción hacia donde puedan llevarla a cabo de manera más eficiente. Esto supone que las exportaciones de los países tenga, a su vez, un importante contenido importador. Aumentando la interrelación global y creando una vinculación indivisible entre el comercio internacional y la producción industrial.
Reducciones drásticas de crecimiento
Para la OCDE, la depresión es claramente de naturaleza global, con China en el epicentro. «La economía global se ha vuelto sustancialmente más interconectada»: en 2002 la economía de China era igual al 6% de la economía mundial, y en 2019, al 17%.
El coronavirus ha provocado que el Instituto de Finanzas Internacionales haya reducido drásticamente sus previsiones de crecimiento económico para 2020, afectando muy especialmente a EEUU y China. En el primer caso, el recorte se sitúa entre el 1,3 y el 2 por ciento. Mientras que, en China, el PIB avanzará apenas un 4%, muy por debajo del 5,9% estimado inicialmente.
En este contexto, la directora gerente del FMI ha advertido de un próximo recorte de las previsiones para la economía mundial. Además, la agencia de calificación crediticia Moody’s ha alertado, en un informe publicado recientemente, que Japón, Alemania e Italia podrían entrar en recesión en 2020, como consecuencia del impacto del coronavirus en sus economías.
Pérdidas importantes en el sector aéreo
Y, por si fuera poco, la IATA, la asociación que reúne las compañías de aviación, calcula que las aerolíneas pueden perder hasta 102.000 millones de euros.
Ante este aluvión de expectativas económicas negativas, la Reserva Federal de EEUU revisó a la baja sus tipos de interés en 50 puntos básicos, situando los tipos en la franja 1-1,25%. Sin descartar nuevas bajadas y extender las operaciones de liquidez que lleva a cabo desde septiembre en los mercados de dinero. Como se sabe, inyecta unos 60.000 millones de dólares mensuales.
Respecto al BCE, dado que el margen para bajar tipos es escaso, lo esperable es que anuncie un programa extraordinario de liquidez a la banca. Condicionado a que los flujos se empleen en extender crédito a las pymes.
En un contexto de riesgo por el avance del COVID-19, la reducción de los tipos de interés y la inyección de liquidez por parte de los bancos centrales no animará a las empresas a incrementar sus inversiones. Tampoco se elimina el miedo del consumidor para hacer turismo o acudir a un estadio de fútbol.
Economías zombis
Con estas medidas, los bancos centrales solo seguirán inflando burbujas, provocando que las economías sigan endeudándose. Al final, este dinero barato, en lugar de dirigirse a la actividad productiva o a la compra de viviendas, se terminará destinando a fusiones y adquisiciones corporativas. O a la recompra de acciones de las propias corporaciones en los mercados financieros, produciendo economías zombis.
En las economías zombis, el dinero emitido se acumula para soportar el pago de intereses o aumentar la deuda de instituciones con problemas, con bajos márgenes y cercanos a la obsolescencia. Creándose un efecto perverso. Por ejemplo: contracción del consumo, crecimiento de la deuda soberana y generación de deflación, que serán la antesala de una nueva crisis económica.
Esta reflexión sobre la operativa actual de los bancos centrales nos lleva a la teoría del ciclo económico de la Escuela Austriaca. Dicha escuela mantiene que una expansión artificial del crédito, no respaldada por ahorro voluntario previo y mediante la manipulación a la baja del tipo de interés, tiende a aumentar la inversión y a crear un falso auge económico. Estas inversiones en proyectos no rentables, tarde o temprano, producirán burbujas que inevitablemente acabarán estallando.
Recesión global
Una recesión económica global podría suceder si se produjera un real descarrilamiento del mercado internacional de deuda. El cual lleva décadas haciendo crecer su burbuja, gracias al dinero barato de los bancos centrales. Para Citigroup, tal recesión global provocaría un desplome de los resultados empresariales mundiales del 25%.
Para ser justos, antes del coronavirus, la economía global ya mostraba señales de debilidad. Japón ya evidenciaba una caída del PIB del cuarto trimestre, Alemania, Francia, España o Italia también mostraban importantes señales de desaceleración.
El pánico ante un impacto demoledor del coronavirus sobre la economía global ha provocado una salida masiva de inversores de activos de riesgo hacia títulos refugio en las últimas semana. Ello ha empujado a los inversores a buscar refugio inmediato en la deuda soberana de máxima calidad. Esto ha provocado una estampida en la renta variable y un descenso a nuevos mínimos históricos del rendimiento del bono estadounidense. Pero también un fuerte descenso en el rendimiento del bund alemán, hasta niveles del -0,64%.
Las intensas búsquedas de bonos de máxima calidad dejaron de lado a la deuda española y, en especial, a la italiana. En España, el ‘riesgo país’ rozó los 100 puntos básicos el viernes pasado. En Portugal los superó y en Italia estuvo cerca de los 200 puntos básicos.
Bonos basura
De esta tendencia también se están contagiando los ‘bonos basura’. Y ahí es donde está el gran peligro para la economía real y donde puede comenzar el descarrilamiento antes mencionado.
En los últimos años se ha producido una avalancha de emisiones de bonos corporativos por parte de empresas muy apalancadas, gracias a la demanda insaciable de los inversores y a las calificaciones favorables de las agencias de ‘rating’. Sin embargo, ahora que el coronavirus ha disparado la incertidumbre del mercado, los ahorradores se deshacen de estos activos y las empresas temen que sus costes financieros puedan dispararse. O incluso, que se vean expulsadas del mercado.
Todo esto es el gran miedo de todos los organismos internacionales y el motivo por el cual la Reserva Federal, el Banco de Canadá o el Banco de la Reserva de Australia, bajaron por sorpresa los tipos de interés.
Otra inversión refugio beneficiada es el oro. Goldman Sachs apuntan hacia los 1.700 dólares la onza a tres meses y los 1.800 dólares a final del año. Por último, el bitcoin no ha servido como inversión refugio, ya que el precio de BTC en el último mes ha sido paralelo al retroceso del mercado de valores, bajando el precio por encima del 10%.
Minería, China y BTC
Las limitaciones en las capacidades de fabricación de China son parcialmente responsables de la desaceleración del poder de la minería. El motivo reside en que los principales fabricantes no pueden satisfacer la demanda de nuevos equipos por las cuarentenas en China. Algo que está afectando y afectará al hashrate de BTC. De ahí el comportamiento del precio del BTC.
Como conclusión, la incertidumbre en la que estamos inmersos hace difícil pronosticar si estamos ante las puertas de una nueva recesión mundial o si habrá una recuperación de la economía, una vez pasados los efectos del coronavirus. En forma de “U” (disminución gradual de los indicadores económicos, seguida de un aumento gradual hasta llegar a su punto máximo anterior. Los indicadores tardan más tiempo en llegar a los niveles en los que se encontraban antes de la recesión). «V» (recuperación intensa y rápida). «W» (doble recesión). «L» (estancamiento económico al estilo de Japón).
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