Hace ya más de nueve meses que Zuckerberg anunció que estaba embarazado de Meta y puso el metaverso en el centro de todas sus estrategias empresariales y tecnológicas. Hasta ahora, lo poco que se ha mostrado sobre las concreciones del metaverso llevadas a cabo dejan bastante que desear, desde la perspectiva técnica. Poco más que esos juegos interactivos que regalábamos a los niños o nos comprábamos para hacer deporte hace más de una docena de años. Sí, esos en los que jugabas al tenis con tu cuñado en la habitación de casa. Visto así, el metaverso parece estar en constante estado virtual, de manea que siempre es más la potencia y capacidad que se le atribuye, que la que se experimenta.
El metaverso como gran túnel publicitario que nos convierte a todos en publicidad
Se ha hablado tanto del metaverso y las posibilidades para vivir nuevas experiencias en el mismo, que las concreciones a las que se va teniendo acceso no dejan de ser fuente de cierta decepción. Se tiene la sensación de que es algo ya conocido, algo ya visto, y que lo que aporta es, de momento, de escaso valor. Más si la referencia es el Horizon Worlds de Meta, que ahora llega a España con una representación de La Sagrada Familia. No deja de tener su connotación: formas que apuntan innovación sobre fundamentos ideológicos conservadores, querer llegar al cielo, con una construcción que homenajea a Dios apuntando a lo más alto.
Horizon World, Zuckerberg y la decepción del metaverso
Sí, el Horizon World de Zuckerberg tal vez apunte alto; pero, de momento, su concreción es de un vuelo bastante bajo. Especialmente si se tiene en cuenta la gran suma de dinero invertido en el asunto, que alcanza los trece mil millones de dólares. Desde tal contexto, sólo puede pensarse que lo virtual, su potencial, está muy por encima de su actualidad, de su concreción en acto. Pero tal potencial se mantiene en cierto secreto.
Esta fuerte tensión entre su realidad técnica actual y su potencialidad es lo que genera grandes dudas entre los actores que tienen ya la posibilidad de hacer públicas sus presentaciones de metaverso. Por un lado, la motivación de estar entre los primeros que llevan a cabo sus concreciones en clave de metaverso: la primera marca que adquiere un sitio en el metaverso, el primer festival de música en el metaverso, el primer partido de fútbol en el metaverso, el primer medio de comunicación en el metaverso…. Y, así, un largo etcétera.
Te contamos las diferencias entre los distintos tipos de metaversos
Por otro lado, el temor a que los seguidores -consumidores, fans, lectores, tifosi, audiencia- de esos actores -marcas, músicos, escritores, club deportivo, medio de comunicación, etc.- quede decepcionada y, como consecuencia, desenganchada del metaverso. La tensión entre ser los primeros y hacerlo de la manera más avanzada, sorprendente, apabullante, que marque por la experiencia aportada. La tensión que provoca lo original. Hay que ser original en todos sus sentidos: el primero y origen de algo, y ofreciendo una experiencia jamás antes vivida. A veces, no es posible articular todas las caras de la sublime originalidad.
El metaverso sirve para caminar
¿Y si lo que ocurre es que el metaverso es la virtualidad en sí? La paradójica concreción de una virtualidad. Es decir, siempre estará por hacer. Su fuerza está en el concepto, no tanto en sus materializaciones. Desde este punto de vista es el horizonte. Es como la utopía. Recuerdo que Eduardo Galeano, tomándolo de un amigo, hizo la asimilación entre horizonte y utopía. Esta es su reflexión: La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos y se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
Las marcas están construyendo al metaconsumidor del metaverso
Como realidad virtual, más desde el punto de vista conceptual que técnico, el metaverso es como el horizonte y la utopía. Sirve para caminar. Le sirve a Zuckerberg y Meta para caminar. Le sirve al ecosistema técnico para caminar. Sirve a los distintos campos económicos para caminar. Sirve a la sociedad para caminar, pensando que puede construir utopías en el metaverso. El metaverso, como su nombre indica, apunta siempre más allá.
*Foto del perfil de Facebook de Zuckerberg
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