Gala Mirissa: "el criptoarte lo ha supuesto todo para mi"
Gala Mirissa: "el criptoarte lo ha supuesto todo para mi"

Gala Mirissa: «el criptoarte lo ha supuesto todo para mi»

La española Gala Mirissa es una de las criptoartistas más reputadas del mundo. Pionera de la creación de obras artísticas en formato NFT, casi todas sus obras representan imágenes femeninas. Su nombre formó parte del Top Ventas 2019 y sus trabajos se han exhibido en todo tipo de eventos internacionales. Entre ellos, la Bienal Internacional de Cineastas Mujeres de Berlín. Sus NFTs también sirvieron para promocionar la grabación de la película «Fresh Kills», dirigida por la actriz estadounidense Jennifer Esposito. Finalista del concurso de Codorniu sobre carteles publicitarios modernistas, el año pasado creó la primera portada de la revista ELLE en formato NFT.

Gala Mirissa

Mirissa, una mujer simpática, que transmite confiabilidad y confortabilidad, afirma que el criptoarte lo ha supuesto todo para ella. «Me permite autogestionarme económicamente sin depender de alguien que me gobierne, explica a Observatorio Blockchain. Yo soy quien determina a qué precio vender, cuántas piezas crear y sin comisiones agobiantes y explotadoras. Puedo tener mi propia galería de arte dentro del metaverso y exponer mi arte», indica. Mirissa tiene la gran suerte de tener criptocoleccionistas muy fieles y de sentirse valorada y apreciada por ellos. La mayoría son americanos, principalmente de Los Ángeles y California en general, y de Nueva York. Dice que el mercado español no entiende el concepto de NFT, ni de descentralización. Es puramente especulativo y casi todos sus integrantes buscan la manera de hacer dinero rápido, sin saber exactamente lo que hacen, afirma.

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Afirma que lo que más le gusta del criptoarte es la libertad de decisión. «Es frecuente el acercamiento de algún famoso o rico ofreciéndome una colaboración donde las comisiones van siempre a su favor. Suelen ser poco equitativas e injustas. El hecho de poder decir lo siento, pero me sale más rentable trabajar sola es algo que sucede en el criptoarte. No soy dependiente de un jefe o de un manager. Puedo hacerlo yo sola. También el concepto de comunidad es un elemento que me agrada bastante», precisa.

Como Frida Kahlo

Mirissa, al igual que Frida Kahlo, se inició en el arte por un problema de salud que la tuvo postrada en su casa durante un tiempo. De hecho, sus primeras obras en el criptoarte fueron sobre Frida Kahlo y Gaudí. Era el año 2018 y entonces la palabra NFT solo la utilizaban los desarrolladores de software. Aún faltaban tres años para que Beeple vendiera por casi 70 millones de dólares una obra digital. Fue en ese momento, en la primavera de 2021, cuando el término NFT (token no fungible) engulló al de criptoarte, pasando a copar las portadas de todos los medios de comunicación del mundo. El diccionario británico Collins eligió NFT palabra del año.

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La fibromialgia, una enfermedad de las consideradas raras, obligó a Mirissa a abandonar el negocio familiar en el que trabajaba en la Costa Dorada (Cataluña). Estudió filología y nunca pensó en dedicarse al arte. La artista cuenta que fue la enfermedad la que la obligó a renunciar a su vida laboral e iniciarse en el videoarte como hobbie, para matar el tiempo de reposo y aburrimiento en casa. Cuenta que exponía sus trabajos a través de las redes sociales, donde muchos fotógrafos, pintores reconocidos y discográficas la contactaban para colaborar con ellos. Fue entonces cuando decidió dedicarse al videoarte y estudiar animación de forma profesional. «En definitiva, de reinventarme para poder sobrevivir en una sociedad que me excluía laboralmente», cuenta Mirissa.

Pionera del criptoarte

La artista relata que cuando empezó, el criptoarte no suponía en absoluto su fuente de ingresos. «Era imposible pensar que algún día llegásemos al nivel actual de ventas. Pero el ambiente era especialmente enriquecedor, formábamos una comunidad de soporte entre artistas y nos ayudábamos unos a otros. El compañerismo era brutal. Los eventos en Decentraland eran habituales y los disfrutábamos como una fiesta en equipo. Las colaboraciones eran muy habituales y las ventas oscilaban entre los 20 y 30 euros», explica.

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Los creadores de MakersPlace, uno de los principales mercados de NFTs para artistas, fundado en 2016, contactaron con ella en 2018. Tuvieron que hacerlo en tres ocasiones, porque Mirissa pensaba que era un blog al uso y no les hacía caso. A la tercera, tras el compromiso de los desarrolladores de crear su portafolio en la plataforma, accedió. Después le explicaron  detalladamente lo que era Metamask, la descentralización y el criptoarte. «Yo venía de la plataforma Steemit, que también operaba con criptomonedas, pero no era posible vender arte. Te remuneraba por publicar contenidos. El proceso de mintear es relativamente fácil y no debe asustar a los nuevos artistas, aunque reconozco que el desconocimiento sobre la existencia de Metamask me provocó ciertas dudas. El temor era evidente, porque cuando le explicaba a alguien lo que estaba haciendo, todo eran advertencias del tipo: «Ten cuidado», «dónde te metes?» o «a ver si te van a estafar». A día de hoy, MakersPlace sigue siendo la plataforma donde más obras vende. 

Invisibilización de la mujer 

Sobre las diferencias entre el arte digital y el criptoarte, Mirissia indica que técnicamente y artísticamente hablando son exactamente lo mismo. La gran diferencia, precisa, es que el criptoarte permite poseer una certificación de autentificación como creadora y sus royalties correspondientes. «Al principio tenía un enfoque más activista y descentralizado, pero la especulación lo está echando todo a perder», dice.

En casi todas las obras de Gala Mirissa aparecen imágenes femeninas porque representan la invisibilización de la mujer en problemáticas que son puramente femeninas, dice. «Yo sufro de fibromialgia, que a día de hoy es considerada enfermedad rara, cuando en realidad hay muchísimos casos. Se tiende a normalizar el dolor en la mujer como algo psicosomático y no se la escucha. Un claro ejemplo es la endometriosis, puramente femenina, gran desconocida e incapacitante, pero más frecuente de lo que pensamos. Sin embargo su diagnóstico puede tardar unos 3 años. Estamos en pleno siglo XXI y somos capaces de clonar ovejas; pero no de saber el origen de la fibromialgia. ¿Esto sucede porque no interesa investigar en una enfermedad mayoritariamente femenina? Por eso, muchas de mis mujeres no tienen rostro o bien poseen una textura de alfileres, como el dolor punzante que sufro como consecuencia de la fibromialgia. Pero ellas no son víctimas, por el contrario, son heroínas, porque estar en pie con dolor diario es un auténtico ejemplo de lucha y superación», indica.

Las IA y la carga emocional del arte

La artista se considera adicta a los softwares y apps y afirma que utiliza todas las tecnologías que puede. «Mis herramientas más frecuentes son After Effects para la animación y Photoshop. También uso Procreate y arte generativo, 3D o IA. Me siento bien experimentando y creando piezas diferentes. Me aburre hacer siempre lo mismo. No comprendo porque al artista siempre se le tiende a clasificar dentro de un estilo cuando lo que nos motiva es crear. Además, sabiendo que la tecnología avanza más rápido que nosotros, es imposible no ir sufriendo transformaciones con el paso del tiempo». 

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Mirissa también utiliza IA en sus obras. «Nos dan miedo, pero creo que las IA podrán revalorizar el arte creado por el ser humano.  Al fin y al cabo es un género de masas que todo el mundo sabrá usar, pero pocos sabrán crear un lienzo a mano. Además, el arte del bueno siempre tiene una carga emocional o social que las IA no pueden transmitir, pero es inteligente aceptar que las IA van a estar presentes. Entrar en el debate de estar a favor o en contra es una pérdida de tiempo. Es más relevante preocuparse por crear una legislación para evitar que no se infrinjan los derechos y copyrights de los artistas, o bien asegurar algún tipo de beneficio económico sobre el uso de estas imágenes», precisa.

El poder de la autogestión

La artista indica que está realizando la transición de la Web2 a la Web3 con total naturalidad. «Supongo que al estar inmersa en este entorno tampoco percibo un gran cambio. Pero, por ejemplo, si una discográfica me encarga por e-mail una carátula para una canción y me interesa este proyecto, me limito a aceptar las condiciones que ellos me imponen. Si la quisiera hacer en Web3 podría tener el control absoluto de esta creación y diseñar mi propio contrato inteligente. El poder empieza a residir en el usario. Volvemos de nuevo al poder de la autogestión», reflexiona.

A Gala Mirissa le da miedo el carácter volátil de las criptomonedas y suele cambiarlas a euros cuando suben. Respecto a la Web3, afirma que sólo es una continuación de internet en la que Google empieza a perder protagonismo y se gestionan los datos a través de blockchain de forma pública. «Tenemos grandes detractores de las criptomonedas y grandes defensores, pero en el futuro estaremos todos conectados a las wallets y haremos uso de las criptomonedas. No adaptarse al cambio significa quedar atrás»

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