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El metaverso como lugar de encuentros y grandes acontecimientos de entretenimiento

Hemos aprendido que el metaverso es un espacio digital para encuentros y acontecimientos de entretenimiento. Sobre todo, subrayamos el concepto de espacio. Sin embargo, también presenta dimensiones temporales. Tiene sus tiempos, sus temporalidades y sus historias. También su pequeña historia, dado lo reciente de su nacimiento, que parece ir desde poner el acento en los encuentros a hacerlo en los acontecimientos.

Lo hemos dicho aquí en más de una ocasión. Hoy por hoy, la lógica dominante en el metaverso es la del encuentro. Si se lee con atención la novela de Stephenson, se da uno cuenta de que su columna vertebral es el encadenamiento de encuentros en el metaverso. Puede deducirse que la mayor parte de estos encuentros son de corta duración. El hecho de que puedan llegar a completar uno de los capítulos de la novela –Snow Crash, por supuesto- se debe más a la intención de reflejar la mayor intensidad del mismo, que a una supuesta mayor duración. Estos encuentros de mayor intensidad, hasta ocupar el capítulo, se convierten en grandes acontecimientos en el orden del discurso narrativo. Pero suelen ser acontecimientos sin tiempo. Es más, el tiempo no parece existir en los encuentros en esta novela. Pero, como humanos, vivimos en el tiempo. Ese espacio que es el metaverso también tiene sus tiempos.

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Metaverso, encuentros y entretenimiento

Encontrarse con otros, a los avatares no se conocía. Reencontrarse con algunos, a quienes hace tiempo que no se ve. Incluso, reencontrarse con quienes han dejado su avatar, pero desgraciadamente han fallecido. Por ejemplo, en una fiesta de cumpleaños en el metaverso o en Navidad. Hasta puede haber tropiezos, como denominamos cuando se produce un encuentro no deseado: “me he tropezado con…”.

El metaverso como gran túnel publicitario que nos convierte a todos en publicidad

Encuentros profesionales, concretados en reuniones entre avatares, estando sus sujetos dispersos por el mundo, o, como hacen algunos medios de comunicación, entrevistas a personajes -a los avatares de los personajes- que se encuentran muy distantes de la redacción, no saliendo rentable para el medio mandar cámaras, ni para el protagonista de la información verse invadido por cámaras en su espacio íntimo. Y es que el metaverso constituye un espacio relativamente neutral para eso, para los encuentros. Ahora bien, de cara al desarrollo presente y futuro del metaverso y la racionalización de su uso, conviene una mínima reflexión sobre los tiempos de la variedad de encuentros. Un tiempo marcado principalmente por la brevedad. Salvo excepciones.

Los encuentros tienden a ser temporalmente breves, salvo que estén mediados por objetivos. Así, los encuentros que se dan en una fiesta en el metaverso, cuando esta fiesta tiene casi por único objetivo generar tales encuentros, exigen ser vistos desde dos ejes temporales. Por un lado, el eje de la duración de los encuentros.

En el metaverso la despedida es un click

Casi todos esos encuentros con avatares a los que apenas -o nada- se conocía. Encuentros diseñados para presentare. Autopresentarse. Es decir, una duración bastante breve, pues no se trata de relatarse mutuamente los CV. Aun cuando no falten quienes lo intenten; aunque sea en manera comprimida.

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Por otro lado, el eje de la duración de la fiesta en sí. Dimensión determinada directamente por el potencial de encuentros, que es su principal objetivo, y, por lo tanto, por el número de personas presentes en la misma con ganas de “encontrarse”. No obstante, para propiciar las tácticas de los encuentros en esta clase de fiestas, conviene que los anfitriones alimenten estratégicamente su dinámica con pequeños objetivos de atención, como interesantes sorteos, accesos a posibles nuevos espacios desconocidos en el metaverso, presentaciones atractivas… Es decir, acontecimientos que precisamente fijen la atención de los avatares presentes. Sobre todo, cuando andan perdidos y sin lograr esos encuentros.

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Se evita así que se marchen. En todo caso, se recomienda que estas fiestas no sean de excesiva duración, si no quieren verse abandonados los anfitriones como triste final, tras el silencioso y paulatino desfile de despedida de los invitados. En una fiesta física, suele ser algo más costoso despedirse. Empiezan a valorarse distintos factores: el que se interprete la despedida como falta de cortesía con respecto a los anfitriones, compensar el coste del traslado hasta la fiesta (“con lo que nos ha costado venir hasta aquí, no nos vamos a ir ya”), etc.. En el metaverso la despedida es un click.

Patrocinadores de las fiestas

Los patrocinadores de la fiesta tienden a su alargamiento. Quizá socializados en esa tradición que asimila la calidad de la fiesta con su duración. Una proyección que es de otro mundo social, pues es del orden de la tradición comunitaria, que evoca pequeños grupos étnicos de grandes celebraciones que duran varios días. Son fiestas comunitarias para la ostentación de los convocantes, que los antropólogos han estudiado profundamente. Son sus fiestas preferidas. Sin embargo, dudo que tengan cabida en el espacio societario del metaverso. Ya, ni siquiera fuera del metaverso. Hasta las verbenas de nuestros pueblos tienen el tiempo pautado, viéndose con recelo vecinal su excesivo alargamiento. Acudirán los servicios policiales y de limpieza para echar a los resistentes.

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Existe, además, otra posible intención en los patrocinadores de la fiesta en el metaverso. Una intención económicamente más racional y que podría codificarse con la metáfora de las moscas y la araña. Algo que, además se proyecta sobre el conjunto del metaverso. Quien pone un metaverso es una araña, que quiere coger a las moscas que pasan o se depositan, para atraparlas en su telaraña. La fiesta sería un atractivo más en la telaraña.

Espíritus innovadores

Para gestionar los tiempos de estas fiestas para el encuentro, han de calibrarse las características de la comunidad convocada y de sus mutuos vínculos sociales. En principio, se trata de comunidades débiles. Que están en formación. En su mayor parte, formadas por espíritus innovadores. Pero el habitus temporal de los innovadores, los que ahora están más atentos a esto del metaverso, suele ser, además, el de la aceleración. Es decir, tiempo tendente a cero. Por otro lado, sus vínculos entre sí suelen ser débiles. De hecho, acuden como avatares para presentarse. Son más del instante y la impronta. De aquí la importancia de dar una buena impresión. En lo que dura una mirada.

Otra cuestión son los encuentros con objetivos. Una reunión de trabajo, por ejemplo. Se trata de encuentros pautados, que reproducen de una manera directa la lógica temporal externa. Si conviene que una reunión de trabajo, para que sea funcional, no dure más de una hora, no existen motivos para que su duración sea mayor en el metaverso.

Por último, en esta limitada tipología de encuentros en el metaverso, quedan aquellos focalizados en un gran acontecimiento. Por ejemplo, un concierto musical o un partido de fútbol. La duración del encuentro colectivo estará determinada por la duración del espectáculo. Por lo tanto, por la programación del espectáculo. Es esta una de las vías en las que creo tendrá mayor desarrollo el metaverso en sus próximos pasos: generar acontecimientos únicos, propiciando experiencias muy distintas a las que pueden conseguirse en los acontecimientos físicos; aun cuando sea con su misma o semejante duración.

Entretenimiento y buenas causas

Entonces, estamos hablando de comunidades relativamente fuertes, alrededor de esos músicos, artistas, equipos deportivos o, tal vez, alrededor de alguna buena causa. Es decir, considerada buena causa por sus partidarios. “Buenas causas” que motivan la participación y, por tanto, la permanencia.

Las lesiones morales y emocionales del metaverso

De momento, los encuentros en el metaverso están en su primera fase. La segunda fase se apunta a partir de esos acontecimientos alrededor de experiencias que únicamente se pueden producir en el metaverso. De momento, no están en la tercera fase. ¡Ya veremos lo que ocurre en ella! Tal vez, entonces, todos los encuentros societarios tengan lugar en el metaverso. No sé si para bien; o para mal. No obstante, parece que, al menos en sus primeras fases, estaríamos dibujando la lógica de evolución del metaverso: desde el encuentro hasta el acontecimiento. Desde encuentros con breve duración, sin apenas intensidad, a encuentros intensos en el entorno de acontecimientos. Lo que ya apuntaba Stephenson.

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Javier Callejo
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