El triángulo del optimismo (1): futuro, ciudad e IA 
El triángulo del optimismo (1): futuro, ciudad e IA 

El triángulo del optimismo (1): futuro, ciudad e IA 

Ciudad y futuro son dos conceptos que han estado fuertemente vinculados. Digo conceptos y no realidades porque, como ustedes ya saben y ya dijo Niklas Luhmann, el futuro no puede empezar. Si empieza, transformándose en realidad, deja de ser futuro para convertirse en presente.

Dejando sabrosas reflexiones, el futuro ha tendido a concretarse en la ciudad. Incluso las utopías, esa forma de futuro ideal, se erigían en forma de ciudad. La ciudad permitía su aislamiento del otro mundo. Incluso algunas de esas utopías urbanas, se fundaban sobre islas, para que el ruido de la realidad de fuera no enturbiara la pureza de las formas que tomaba la ciudad ideal. Por otro lado, la ciudad es seguramente el ente de la modernidad más volcado hacia el futuro.

IA ciudad

La ciudad es la modernidad, frente a la tradición, representada por la pequeña comunidad rural, el pueblo, el regresivo paisaje, tan idílico, como perdido. En la ciudad, la modernidad tomaba cuerpo. Siendo un cuerpo volcado hacia el futuro: siempre en crecimiento, pensando en el mañana y el pasado mañana. La ciudad es el contexto elegido para que los futuros se vivan. Sólo la ciencia ficción distópica, de corte postapocalíptico, ha dibujado futuros fuera de la ciudad. Por cierto, la mayor parte de ellos con bastante tufo a feudalismo.

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En esa ciudad del futuro, la inteligencia artificial (IA) está llamada a ocupar un lugar relevante. La IA se inscribe en la ciudad o será una tecnología de poca trascendencia. Si no aspira a inscribirse en la ciudad, renunciaría a la ambición de ser una tecnología vivida. No parece que los signos vayan por este camino. Todo lo contrario, aparece decidida a transformar profundamente nuestro vivir urbano. Sabe que por aquí es por donde pasa la constitución del futuro. Además, a hacerlo de una manera acelerada.

Conectividad

A diferencia de lo que ha ocurrido con internet. Claro que internet ha transformado nuestra forma de vivir las ciudades. Pero lo ha hecho con paso corto y un tanto lento. Basta con releer los vaticinios de nuestro exministro de Universidades, Manuel Castells, sobre cómo sería la ciudad en la sociedad red. De hecho, el sociólogo manchego provenía de la sociología urbana, cuando se embarcó en el análisis de los desarrollos de la sociedad de la información. De hecho, en su trilogía La era de la información, hay mucha reflexión urbanística. Antes, lo había hecho en libros en colaboración, como Local y global. Después, en los textos que publicó bajo la sombra de La era de la información.

La conectividad propiciada por internet repercute en el trabajo -teletrabajo- y el estudio, con más actividades online, lo que se proyecta en el uso de la ciudad. Más allá de que la mayor conectividad propiciada por internet ha modificado algunos de nuestros hábitos anteriores, internet se ha insertado en el tejido urbano de distintas maneras. Por cierto, algunas discutidas o que, al menos, nos dejan un regusto de algo perdido. Para ir más directo, tal vez valgan algunos ejemplos.

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Las tiendas

El comercio electrónico, con sus entregas a domicilio, ha cambiado la función de las tiendas. El escaparate está ahora en la página web de la tienda o marca. Sin embargo, los locales de las grandes marcas han quedado más como lugar para recogida de productos y devoluciones. No se va tanto de compras, como a hacer gestión con las compras ya hechas. Por su lado, la supervivencia para las tiendas de pequeños propietarios se ha hecho más difícil. Terminan desapareciendo y, con ello, una manera de entender y vivir la ciudad.

La ciudad se vacía de paseantes residentes y, en sus centros históricos, es ocupada por turistas. Turistas que acuden en masa por las aplicaciones por las que contratan habitaciones con particulares. Es tal el cambio, que algunas ciudades, como Nueva York, ha prohibido alquilar casas por menos de 30 días en las que no vivan los propietarios. En Europa, para desesperación de Aibnb y compañías similares, parece que se está diseñando una regulación semejante, en un intento de frenar algunas de las consecuencias no queridas del uso de internet en las ciudades. Tal vez beneficioso para los que las emplean, visitando ciudades a un menor coste. Pero costes que se trasladan indirectamente a los residentes habituales en las mismas, con aumentos de precios en vivienda y lo necesario para vivir.

Otras transformaciones tienen que ver con la movilidad en los espacios urbanos. En especial, la llamada movilidad compartida. Algo que va del car sharing, compartir coches, a las polémicas compañías alternativas a los taxis, de “alquiler de vehículos con conductor”. Conocidas aquí como VTC.

La IA erigirá el futuro de las ciudades sobre el presente producido por internet. Es su punto de partida. 

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