A todas nuestras existenciales amenazas hechas cotidianas, se une ahora la de una plaga de chinches en nuestras ciudades. Mientras que las otras amenazas -cambio climático, desastre nuclear, microorganismos diseñados en oscuros laboratorios, armas de destrucción masiva- parecían del futuro, la de chinches nos parece un regreso a recónditos huecos de la memoria de las sociedades occidentales.
Sí, a pesar de que los expertos nos intenten convencer de que este insecto ha estado siempre con nosotros. Pues no, conmigo no ha estado. Ni con la mayor parte de nuestros vecinos occidentales. Es como si un oportunista pasado quisiera subirse al carro triunfante de las amenazas existenciales. Pero el futuro no está dispuesto a compartir con el pasado nada. Ni siquiera amenazas y molestias. Muchas veces parecen incompatibles. Y el futuro es la inteligencia artificial (IA), dispuesta a combatir las chinches de diversas maneras.
IA chinches
Lo primero es la detección del bicho. Esto no es socialmente fácil. A veces, ocurre, lo técnicamente fácil encuentra obstáculos sociales. Este es el caso. Pues si todos o muchos tuviéramos cámaras en nuestras habitaciones, las señales llegarían a una computadora donde la IA estaría potencialmente dispuesta para identificar todo tipo de incidencias. Incluyendo la de la presencia de estos bichos u otros. De momento y dadas nuestras costumbres, celosas con la privacidad, en esta fase la IA no puede ayudarnos. Repito: de momento.
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Es en la predicción donde la IA puede tener un papel importante. A partir del análisis de datos climáticos y geográficos, contando con la información de dónde están ya registradas plagas de chinches, puede establecerse un sólido modelo que establezca la probabilidad de que vengan a la puerta de la ciudad.
A partir de ahí, son las autoridades las que tendrían que ponerse manos a la obra. Valen los avisos e instrucciones a la ciudadanía. Pero actuaciones más concretas son bienvenidas. Aunque ha de reconocerse la dificultad para estas actuaciones. Pongamos el ejemplo de la pulverización. Nos imaginamos a un ejército de empleados municipales pulverizando toda la ciudad. Al menos, los espacios públicos. También, la pulverización automática de estos espacios, si existe la infraestructura básica necesaria. Algo en lo que muchas ciudades están pensando.
Bueno, las chinches están aquí. Pero, también la IA.
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