El diario Vozpópuli abría así su portada de hace una semana, martes, cinco de abril: “Hacienda pone en su diana a 7 millones de contribuyentes con criptomonedas”. Así empezaba la denominada campaña de la renta: esos días extraños, que parecen como señalados especialmente para, casi con un lenguaje religioso, pagar nuestras deudas y culpas con Hacienda. Como si la gran mayoría no estuviéramos constantemente, cada día, pagando impuestos: desde que desayunas -con los impuestos que has pagado por lo comprado para desayunar- hasta que te pagan el suelo en la nómina o hacer la correspondiente declaración de empresa, empresario o autónomo. Será que, cuando no estamos en la santa campaña fiscal, estamos en la santa compaña fiscal, que nos pone a todos en el purgatorio.
Hacienda de España apunta a través del BOE a quienes tienen criptomonedas
Campaña renta criptomonedas
En este año, se culpabiliza a las criptomonedas. Como si tener criptomonedas fuese un acto criminal o, al menos, que haya que purgar. De momento, solo la venta -con beneficio- es lo que está cargado, sin quedar del todo claro. La venta de qué. Parece relativamente fácil cuando lo que se vende es todo lo que se había adquirido. Pero qué pasa si se va comprando a lo largo de los años y, luego, realizando distintas ventas: ¿qué compras habría que consignar? Los contribuyentes pondrán aquellas con precios más altos. Bueno, es lo que tiene el purgatorio, como ese espacio que el historiador Jacques Le Goff para la transformación de la vida en una cuenta, en un balance, que el proceso de ajuste de una cifra a un comportamiento empieza de una manera difusa. Con tanteos.
Máxima tensión entre Estados y criptomonedas por el control y la fiscalidad
Desde distintas fuentes nos llega la preocupación de Hacienda con las criptomonedas. Me temo que no tanto por proteger a sus usuarios, que por tener controlado el flujo de activos que pueden estar en forma cripto.
Las criptomonedas fluyen
Se le escapa a Hacienda. El activo cripto no es como la propiedad inmobiliaria, que está, que soporta enormes cargas fiscales cuando la adquieres, mientras la tienes o disfrutas y cuando la vendes. Solo la muerte te librará de pagar al fisco por tu propiedad inmobiliaria, pues lo pagarán con creces tus herederos. No, las criptomonedas son líquidas. Fluyen. Algo que se le hace insoportable a la pétrea voracidad fiscal. Como las aguas en las casas, nota como se le filtran las criptomonedas. Siete millones de usuarios han entrado en el purgatorio.
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