Blockchain, la cadena de bloques contra el establishment. Siempre he sido un fanático de las nuevas tecnologías y un apasionado de la economía. No es casualidad que estos dos campos me hayan atraído desde niño, ya que ambas ciencias poseen las sinergias necesarias para hacer evolucionar la sociedad. Así llevan haciéndolo desde el inicio de los tiempos, antes incluso de la revolución industrial, avivadas por nuestra imaginación y la manera en que nos relacionamos.
Cuando empecé a oír hablar de Bitcoin, hace ya casi 10 años, independientemente de ser dinero digital sin respaldo físico, lo que me fascinó realmente fue la tecnología subyacente. Blockchain, o “cadena de bloques” en español, es capaz de mantener sincronizada la información que todos los participantes tienen en común (el saldo y registro de transacciones de la moneda que poseen).
Similar al patrón oro
Ningún tipo de control ni intervención humana. Simplificando el proceso monetario con un esquema similar al patrón oro (número fijo de unidades monetarias, o bitcoins). Y un sistema criptográfico y descentralizado (validación de contenido público a través de nodos independientes). Una idea simple que en 10 años no ha podido ser aún hackeada.
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Sin ánimo de aburrir con detalles técnicos y con el riesgo de simplificar demasiado, podemos decir que estamos ante una tecnología que permite garantizar que el contenido no sea eliminado y donde todo lo ocurrido es fácilmente trazable. Gracias a los Smart Contracts, también se puede garantizar la ejecución de eventos programados cuando se cumplan las condiciones acordadas previamente. No hay límite en cuanto a su capacidad, sólo a nuestra imaginación y detección de problemas de confianza o falta de transparencia.
Eficiencia
Hemos asumido que es necesario pasar interminables procesos de auditoría, repetidas veces durante el año. Damos por hecho que realizar controles constantes en la integridad de la información y el cumplimiento de los procesos es algo que debe llevarnos una gran parte del tiempo. Cuando veo esto, viene a mi cabeza una palabra: eficiencia. Cuando asumimos procesos ineficientes como naturales e inevitables, como si de la gravedad se tratara, no puedo evitar pensar que aún queda mucho por hacer e inventar.
Podríamos tener una garantía legal de la integridad de nuestra información o del cumplimiento regulatorio y además, sería posible demostrarlo al instante. Auditorías sí, pero automáticas y en tiempo real, sin impactar en la calidad ni en el tiempo de trabajo. Fraude imposibilitado técnicamente y dejando constancia en caso de hallar la forma de cometerlo. Ahorro de tiempo y dinero en garantizar la seguridad y la confianza, para centrarse en la resolución del problema real, la lógica del proceso.
Garantía legal
He dicho que podríamos tener una garantía legal. Lo que ya tenemos es una garantía real o científica, que cualquier perito técnico podría confirmar en un proceso judicial, de ser necesario. Disponemos de una sólida evidencia matemática que garantiza las bondades de Blockchain, pero carecemos de algo que de momento se nos niega: jurisprudencia.
En mi día a día me reúno con directores de grandes empresas y percibo que todos tienen interés en blockchain. La mayoría, incluso tiene el convencimiento de que es una tecnología que está aquí para quedarse, como ocurrió con internet. También existe la certeza de que va a cambiar la manera de hacer las cosas, pero hay algo que frena la ciencia ahora mismo: la legalidad vigente.
Aunque existe convicción en las propiedades de inmutabilidad de información y garantía de ejecución de los contratos inteligentes, nadie tiene claro de qué sirve eso en el plano empresarial. De nada sirve que 2+2 sean 4, si la ley no ratifica mi afirmación.
Interés de los sectores
Ahora mismo observo un altísimo interés en todos los sectores. Se empieza a saber para qué sirve blockchain y para qué no. Se empieza a conocer dónde aplicarlo y ya no se duda de sus bondades tecnológicas. Las grandes empresas han comenzado a hacer sus pinitos, para probar y conocer de cerca la tecnología. Cada vez surgen más consorcios y pequeños grupos unidos en una prueba de concepto para explorar la interoperabilidad que ofrece blockchain. El resultado es siempre el mismo: alta satisfacción, sorpresa en la reducción de tiempo y coste, pero desconfianza respecto a cuándo tendrá validez legal todo esto y cuándo podrá empezar a aplicarse en serio.
Así estamos, evangelizando respecto a las bondades blockchain o cadena de bloques, explorando nuevos casos de uso y estudiando el ROI y el valor añadido que puede obtenerse y desarrollando pilotos. Así seguiremos hasta que la ley nos permita materializar en la sociedad lo que la ciencia ya hace tiempo que nos ha demostrado. El impacto no será sólo económico, ni en la empresa. La sociedad atraviesa una crisis de confianza en todas las instituciones y en todo lo que hasta hace poco fue confiable, pero difícilmente controlable por su falta de transparencia. Tal vez blockchain esté llamado a devolvernos la convicción de que todo funciona, al menos como debería funcionar
*IT Manager en S&M Services
- Blockchain, la cadena de bloques contra el establishment - 17 marzo, 2019