Sam Bankman-Fried (SBF) ha sido condenado a 25 años de prisión al ser encontrado culpable de varios delitos de fraude y conspiración. En los comentarios que el juez Lewis Kaplan introdujo en la sentencia, se decía que el imputado no había mostrado signo alguno de arrepentimiento.
Los abogados defensores argumentaron en descargo de SBF que se trata de simple ‘nerd’, término que casi todos sabemos lo que significa, especialmente hablando de las profesiones que tratan técnicamente lo digital, pero cuya traducción más directa es la de empollón. Desde luego que, si los abogados hubieran hecho directa referencia a las fotos que nos llegaron de las andanzas del sentenciado y sus colegas en las Bahamas, parecía tratarse más de un grupo de empollones en viaje de fin de curso, que de una banda de criminales.
SBF «nerd»
Lo relevante aquí son las connotaciones del término nerd. Alguien inteligente, focalizado casi exclusivamente en su campo de estudio, para el que muestra un talento especial. Tan focalizado que anda por el mundo de la vida cotidiana como abstraído, como una especie de genio distraído. Pero con el agravante de dibujar una persona poco o nada sociable. Con grandes dificultades para socializar. De hecho, su red social de proximidad suele ser de un tamaño muy reducido.
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Nuestro Código Penal no recoge nada sobre el tipo nerd o la situación nerd. Hay que tener en cuenta que el Derecho va siempre detrás de la realidad y, a pesar de las constantes reformas del mismo, tiende a ser algo alérgico a estas novedades que huelen a moda. Seguramente tiene razón. Ahora bien, de entrar en el mismo tengo dudas si lo haría como atenuante o agravante.
Como atenuante es el sentido en que lo han empleado los abogados de SBF. Como alguien tan centrado en los retos técnicos de su campo de saber, que apenas se ocupa de las cosas cotidianas. De esos pequeños detalles, como trasladar millones de dólares de criptomonedas de un exchange, controlado totalmente por él, a una empresa. En términos de la sociología de la religión weberiana, estaríamos ante la cara extramundana del nerd.
La sociedad necesita a un «nerd» como SBF
La exculpación vendría, en definitiva, por una especie de traslado de la culpa a la sociedad: una sociedad compleja que exige saberes muy especializados y que está en la innovación constante, es una sociedad que necesita de los nerds. Por lo tanto, no se puede condenar a quien cumple con una necesaria función de la sociedad.
Como agravante, que parece ser el que ha visto el juez sin manifestarlo directamente en la sentencia, tenemos al nerd poco o nada sociable. Centrado en la interacción con los objetos y los símbolos, es prácticamente incapaz de la interacción con las personas. De reconocer el valor del “otro”. En el caso que nos ocupa y ha ocupado al juez Kaplan por varios meses, estaríamos ante un SBF que no ha tenido para nada en cuenta las vidas de las personas que estaban detrás de sus tejemanejes. Que no se ha parado a pensar -ni en el futuro se parará a pensar, puesto que lo constituye en identidad rígida- en que toda acción tiene consecuencias en los otros.
Yéndonos del caso judicial a la tecnología Blockchain el juez proporciona un aviso claro. Está muy bien ser innovador y aportar soluciones e innovaciones a la sociedad. Pero que no sea a una sociedad vacía, hueca, sin personas. Tiene que pensar primero en las consecuencias sobre las personas. Avisos para nerds del ecosistema Blockchain, que, si me lo permiten, diría que no son pocos.
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