Mientras hay una tradicional clase media que se desmorona en Europa Occidental, parece que surge otra con otros perfiles, otros horizontes y, en lo que aquí interesa, otra manera de establecer sus estrategias económicas: una nueva clase mundial bastante abierta a los criptoactivos. Una nueva clase media mundial, especialmente conectada entre sí, conformando comunidades virtuales internacionales, y con menos afectación a su respectivo Estado.
Si es posible pensar en la existencia de una sociedad mundial, también lo es que se trata de una sociedad estructurada, con distintas clases sociales, incluida una clase media. Por supuesto, también con procesos de movilidad, fijación o reproducción de posiciones en esa estructura social mundial. Posiciones vinculadas a estilos de vida, concepciones culturales y valores, así como a la posesión o desposesión de determinados activos, bienes o capitales.
Clase media mundial y criptoactivos
Pues bien, si estamos en la “Sociedad Red”, “Sistema Mundo” o “Sociedad Global”, siendo algunos de los conceptos que circulan en ensayos y textos divulgativos para dar cuenta de importantes cambios en nuestras vidas y entornos, esta nueva configuración social tiene también su nueva clase media vinculada a nuevos activos, como son los criptoactivos.
Tokenización de bienes y la necesaria criptoculturización de las clases medias
Si se miran las cosas desde el marco de país, España, la clase media se siente amenazada desde hace un tiempo. Es difícil situar la fecha de origen, más cuando las condiciones en las que se ha desarrollado la clase media española -formada principalmente por poseedores de pequeños patrimonios, rentistas y funcionarios- ha generado en la misma un perfil especialmente temeroso. No obstante, parece que desde la crisis de 2008 las cosas han andado relativamente mal para la tradicional clase media española.
En contra del populismo de izquierda, que ataca denodadamente a las clases medias, son éstas las que dan estabilidad a una sociedad y sobre las que se han construido los estados democráticos modernos. Esos ataques populistas han dibujado a las clases medias como si fuesen las principales enemigas del bienestar de las categorías sociales por las que hablan quienes se señalan como sus representantes para acceder a un cargo en el Estado.
Neoliberalismo
Para institucionalizarse como representante de “obreros”, “proletariado”, “pobres” o “vulnerables” necesitan monstruos como: neoliberalismo, empresarios o, eso, clases medias. Pero estas categorías sociales, entrecomilladas por ser frecuentemente más referencias discursivas de quienes dicen representarlos que otra cosa, evolucionan a partir del progreso económico que, entre otras cosas, da la estabilidad y productividad de una economía basada en las clases medias.
Tal vez por ello y a pesar del sentimiento de crisis que llevan arrastrando las clases medias españolas, hay un 53,4% de residentes que se autoubican como clase social media-media o media-baja. A ello, habría que añadir el 3,3% que se declara a sí mismo como de clase media-alta. Datos obtenidos del estudio más reciente del Centro de Investigaciones Sociológicas, el número 3.476, del mes de octubre.
Descenso de 13 puntos porcentuales
Antes del último golpe emocional a esta clase media con la Covid19, en marzo de 2020, la clase media constituía el 66,2%. ¡Un descenso de trece puntos porcentuales en tan solo cuatro años y medio! Aún cuando todavía tengan fuerza las clases medias españolas y su forma de vida siga siendo referencial, su crisis actual es pronunciada.
Tokenización y estilo de vida de las nuevas clases medias globales
Es posible que la clase media tradicional tenga ya difícil encaje en el modelo económico global. Ni la clase media de pequeños propietarios, vivienda principalmente, y pequeños negocios-oficios, ni la clase media de funcionarios o empleados funcionales de “trabajo seguro” en grandes empresas, sea la que mejor se adapte a procesos económicos que son de otra índole.
Son estas clases medias las que han sido el sostén del modelo político español, ya sea apoyando al centro-derecha del Partido Popular; ya sea apoyando a la socialdemocracia que se condensó en la figura de Felipe González, ya sea apoyando a los partidos nacionalistas tradicionales.
Clases medias y políticas gubernamentales
Son estas clases medias las que ahora incluso se ven perseguidas por las políticas gubernamentales, con creciente imposición fiscal, con continua puesta en cuestión del derecho a la propiedad o con sólidas amenazas sobre sus fuentes de rentas, como ocurre con esa proporción de receptores de rentas por el alquiler de su vivienda, en su gran mayoría (80%), propietarios de una sola vivienda en alquiler.
La economía que crea tokens de las cosas que existen ya está aquí
Pero, también, son esos jóvenes con origen en las clases medias que tienen grandes dificultades para acceder a una vivienda en propiedad y, así, problemas para acceder a uno de los elementos diferenciadores de la clase media. No es que hayamos pasado a ser un país de proletarios, en lugar de un país de propietarios, como se da por hecho por quienes han asumido sin fundamento en datos un eslogan tan en rima. Todavía el 75,4% de los hogares habitan en una vivienda de su propiedad, según registros del Instituto Nacional de Estadística para el año 2021. Pero en 2007 eran más del 80%. Un descenso en la propiedad de la vivienda que es aún mayor entre los jóvenes.
Cae una de las bases de la reproducción de la clase media
Según la última Encuesta Financiera de las Familias, correspondiente al año 2022, el porcentaje de hogares con propietarios jóvenes ha caído desde el 69,3% -en 2011- al 31,8%. Es decir, una de las bases de la reproducción de la clase media en España, como es la propiedad de la vivienda, parece desvanecerse más rápido de lo deseado. Pero los españoles siguen siendo, en su gran mayoría, propietarios de la vivienda en la que residen.
Salvo en algunas excepciones, escasamente se ha impulsado una clase media profesional, innovadora, emprendedora e internacionalizada. Es cierto que alguna de las excepciones ha sido muy relevante, como la extensión del acceso a los estudios universitarios a partir de la segunda mitad de los años setenta del siglo pasado. Más allá, apenas se pusieron las bases para una amplia clase media profesional integrada en los flujos internacionales. Una clase media que es la que parece requerir el modelo económico presente. Sólo un restringido sector de la clase media-alta, con sus propios recursos, podía apostar por tal modelo de reproducción de su posición social.
Clase media internacionalizada
Es cierto que se trataría, más que de una clase media nacional, una clase media internacionalizada. Ya sea la clase media planetaria, de la que nos habló Immanuel Wallerstein, integrada en lo que configuró como “Sistema Mundo”. Ya sea la clase creativa, globalizada, que Richard Florida analizó para Estados Unidos; pero con una evidente proyección globalizadora.
Una clase media que sigue confiando y porfiando por el progreso, individual y colectivo; pero que sigue siendo base de la estabilidad allí donde crece. Es el tipo de clase media que está creciendo especialmente en países en expansión: India, China, México… mientras que en la mayor parte de los países occidentales y especialmente en España, la clase media se encuentra estancada, siendo tal estancamiento una de las fuentes de la polarización política, crece a nivel planetario.
Una clase media que piensa más en global que en local. Tanto para sus expectativas de vida, como para sus bienes y activos. Una clase media internacionalizada, planetaria, más nómada y menos sedentaria, que tal vez todavía mantenga afectos comunitario-nacionales, pero con reducida confianza en los respectivos Estados y fundamentalmente desterritorializada.
Clase media y criptoactivos como marca de identidad
Una clase media que teletrabaja vinculada a proyectos o comprometida con resultados, que consume cultura de producciones multinacionales, alimentos de los más diversos orígenes culinarios y viaja cuanto puede. Una nueva clase media mundial que está empezando a ver en los criptoactivos su marca de identidad: activos sin carátula estatal, fluidos, nómadas, con cantidades en circulación preprogramadas sin intervención estatal, sin estar tan patentemente radicados, como los bienes inmobiliarios, que se han convertido en el gran atractivo de la mirada fiscal.
Hasta Woody Allen, reconocido votante del Partido Demócrata, se queja de esa obsesión fiscal por la vivienda en su autobiografía (A propósito de nada). La vivienda es un derecho, que se ha convertido en el gran derecho del Estado y sus diversos niveles para freírte a impuestos y tasas. Tal vez, por ello y entre otras cosas, las nuevas clases medias se fijan en otras alternativas.
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