El tema de las mujeres y blockchain parece estar de moda. Se reivindica la presencia de mujeres en los meeetups y en todo tipo de seminarios. Hasta ha habido cercanos y exitosos actos (Block and Breakfast, Madrid, febrero 2019) centrados en una temática que promete resurgir cuando el día 8 de marzo se encuentra cerca.
Aun cuando no se quiera reconocer, detrás del tema se encuentra el viejo debate de la determinación tecnológica. Esta vez concretada en la pregunta de hasta qué punto una determinada tecnología –blockchain o la criptografía, ampliando el campo de visión- favorece, empodera o, por el contrario, perjudica o condena a las mujeres. Se recogen así relatos de heroínas que han conseguido superar todos los obstáculos para liderar proyectos relevantes en el mundo fintech y blockchain. Miradas que dicen, ahí están, es posible, y hay que visibilizarlas, de manera que formen parte principal de las presentaciones/representaciones públicas que se hacen de la tecnología. El objetivo de esta propuesta: ampliar su presencia simbólica para, así, ampliar su presencia real, motivando a las mujeres a formar parte del mundo blokchain.
Por el lado oscuro, se denuncia la tendencia a reproducir el sesgo a favor de sobrepresencia masculina en los seminarios, encuentros y meetups. Como si las cosas de la técnica solo fueran, como el viejo Fundador, cosa de hombres y para hombres, de manera que la presencia de mujeres en las representaciones sobre la técnica rebajarían el grado de seriedad de los eventos. Creo que ya no estamos aquí y que si cabe hablar de una transformación social en los últimos años es la protagonizada por las mujeres en todo el mundo. Y no es populismo. Es algo constatable. Incluso en el mundo técnico y profesional: proporciones de mujeres que estudian carreras técnicas, líderes de startups, directoras de proyectos importantes, etc. El mundo de la técnica también recoge esta ola de transformación.
No es la tecnología, es la sociedad
La técnica no tiene por qué ser un mundo de hombres. Otra cosa es que, como bien señala Carlos Vázquez en un artículo, son las barreras simbólicas que se ponen, especialmente vinculadas a algunos ceremoniales de corte machista. El autor señala las “Bitcoin After Parties”. Evento que, además de que difícilmente aceptarían las mujeres, es una estrategia para expulsarlas, para dejarlas fuera de un ceremonial destinado a estrechar vínculos. Fuera de tales vínculos estrechos, tendrán mayores dificultades para tomar posiciones relevantes.
Buena parte del denominado techo de cristal tiene como piedra fundamental este tipo de ceremoniales y estrategias. Desde el alargamiento nocturno de las jornadas, más allá de los espacios destinados para la producción directa (oficinas, despachos), para reforzar relaciones entre compañeros y/o clientes, que expulsan a las mujeres con responsabilidades de cuidados, que siguen cayendo principalmente sobre ellas; hasta fiestas subidas de tono, que objetivan-caricaturizan la figura de la mujer. Se trata de relaciones sociales. Se trata de estrategias de género, que parten de una posición de poder tendente a reproducirse. No es la tecnología. Es la sociedad.
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