Pocos hubieran predicho hace poco más de un año que la cotización de bitcoin está donde ahora se encuentra. Algunos sí; pero pocos. Ahora el reto es la predicción de lo que ocurrirá con la criptomoneda en los próximos meses y años. Un reto que se ha resuelto de muy distintas maneras.
Ray Dillinger, a quien Satoshi solicitó revisar el código fuente de la criatura, supuestamente ha dicho en un artículo que el bitcoin que se extenderá no tendrá nada que ver con el bitcoin que se creó entre pocos. Lo hace desde la humildad de reconocer que se les escapó la cuestión de la escalabilidad. Será un bitcoin más centralizado. Otra cosa. Como puede verse, esta predicción alcanza casi cotas ontológicas: será lo que no se quería que fuese. A lo mejor, termina siendo lo que muchos quieran que sea.
Bitcoin y criptomonedas
Diego Morin, de IG, y haciéndose eco de las expectativas de la banca de inversión, señala que bitcoin alcanzará los 50.000 dólares antes del mes de marzo. No parece una predicción excesiva, si se tiene en cuenta que la llamada Agencia de Proyección Económica The Economy Forecast Agency prevé que supere los 60.000 euros a final de año.
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En su último libro, Miguel Caballero da como seguro que bitcoin alcanzará un precio de 1.000.000 USD. Una predicción que comparte con el ya mítico personaje John McAfee. No señala la fecha de tal acontecimiento. Pero lo ve como inevitable. A medio plazo, son varios los expertos que sitúan la cotización del bitcoin por encima de los 100.000 USD. Por encima de ellas, Thomas Fitzpatrick, director global de la sección del Citi Bank CitiFXTechnicals, predijo ya a mediados de noviembre pasado que superaría los 300.000 dólares en 2021. A más largo plazo, ya no parece haber freno. Salvo para la paciencia de quienes dispongan de bitcoin esperando cotizaciones astronómicas.
Depósito de riqueza, más allá de la especulación
Lo cierto es que hay mucho dinero ahorrado, especialmente en fondos, que exigen una rentabilidad que pocos productos financieros pueden ofrecer sin correr excesivos riesgos. Por otro lado, invertir en la gran deuda pública que se está originando, para poner en marcha los distintos planes de recuperación postpandémica en los países desarrollados, es fiar la cosa a bastante largo plazo. Y las generaciones del baby boom de muchos de estos países ya se están empezando a jubilar y, por lo tanto, quieren la devolución de sus ahorros y rentabilidades. No hay tanto tiempo. El bitcoin y las criptomonedas se han convertido así en objetivo de los grandes gestores de inversión. Buscan rentabilidad a un plazo asequible.
Un artículo supuestamente firmado por Ray Dillinger dice que Bitcoin es un desastre
Para otros, sencillamente, bitcoin se ha convertido en una especie de depósito de riqueza. Lo que va más allá de la especulación. Así, tomándolo como una predicción, se lo sitúa al lado del oro. Así lo hizo el pasado mes el multimillonario Ray Dalio en reddit, con lo que significa de confianza en el futuro de la criptomoneda.
Decía el fundador del positivismo, Augusto Comte, que la función de la ciencia era predecir para poder hacer. Sentencia importante ya que significaba la independencia de la ciencia de la técnica. En cualquier caso, esto de la predicción no es tan fácil. Ya Robert K. Merton acuñó el término profecías autocumplidas. Es decir, cuando se hace una predicción, se actúa. Pero, al actuar sobre la predicción, en el sentido de la misma, esta acaba cumpliéndose. Su más clara manifestación está en las bolsas de valores: se predice que un valor subirá en su cotización, se invierte en el mismo siguiendo la predicción, y, claro está, acaba subiendo. El hijo de Merton ganó el premio Nobel de Economía (1995) por sus investigaciones sobre la relación entre tiempo y finanzas. Esto no lo predijo el padre.
Predicciones ante múltiples escenarios
Las predicciones tienen en cuenta múltiples escenarios o condiciones sobre los que ajustan la variación de las mismas. Pero, en el caso del bitcoin, esos escenarios son tan diversos y divergentes que las variaciones tienden a acercarse al infinito.
No obstante, la relación entre predicción y acción no está tan clara. Podemos, así, mirar a lo que ha pasado con la pandemia: avisada meses antes, sin que se la hiciese caso en esta parte del mundo. Parece que pasa lo mismo con las predicciones del cambio climático: llevan decenios avisando de una catástrofe. Pero hacer, hacer, poco o nada. Otro ejemplo más cercano lo tenemos con la borrasca Filomena. Se venía alertando desde hace varios días, pues seguíamos circulando con mucho salero; pero sin suficiente sal almacenada.
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