Al parecer, el motivo que propició el despido de Sam Altman de OpenAI fue la ocultación de las posibles consecuencias para la Humanidad del proyecto Q* (Q Star) de inteligencia artificial (IA). Un proyecto para desarrollar una IA con suficiente capacidad de aprendizaje y autonomía como para aprender por sí sola. Subrayar que aprender por sí sola lleva a actuar por sí sola. Se estima que con Q* se alcanza ya la capacidad de una inteligencia humana, aunque se matice que se trate de un niño de 8 años.
Ese sería el origen que llevó a la destitución de Altman. El resto del desenlace ha convertido el drama en una especie de vodevil, con muchas puertas que se abren y se cierra, produciendo encuentros, desencuentros y reencuentros. Ya lo conocen. Segundo capítulo, tras el despido, Microsoft, principal accionista de OpenAI, pero con poca decisión en la marcha de la entidad, acoge a Altman y lo pone al frente de un proyecto propio, aun cuando reservándole independencia, para el desarrollo de la IA.
OpenAI Larry Summers
Altman se lleva consigo a su fiel colaborador Greg Brockman, también cofundador de OpenAI. Tercer capítulo: la mayor parte de los trabajadores de OpenAI se echan las manos a la cabeza por el despido de quien consideran su líder, y el 95% de sus 770 empleados amenazan con irse a Microsoft. ¡Esto es liderazgo y lo demás son tonterías!
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Ahorramos en esta síntesis, las declaraciones de varios de los actores del vodevil. Algunos, como Sutsveker, fue de los impulsores del apartamiento de Altman, para, después, se puso de parte de la plantilla. Es sí, pidió perdón (impagable el capítulo de The Office en que Dwight ha de pagar por su traición a Michael… y no es por dar ideas). Cuarto capítulo: Altman vuelve a OpenAI y se cambia el gobierno de la compañía, con la incorporación de nuevos miembros a su consejo. Entre los nuevos miembros del consejo de OpenAI se encuentra Larry Summers. Y es aquí donde saltan las alarmas sobre hacia dónde va OpenAI. Todos coinciden en lo pésimamente que se han gestionado los acontecimientos. Pero la solución… No parece que ya pueda considerarse conseguida.
Una trayectoria oscura
Larry Summers fue Economista Jefe del Banco Mundial entre 1991 y 1993 y Secretario de Estado del Tesoro de los Estados Unidos bajo la Presidencia de Bill Clinton. También se encontraba entre los economistas cercanos al presidente Obama. Es decir, se encuentra en posiciones de alto poder desde hace más de una treintena de años. Una trayectoria con algunos puntos oscuros, casi siempre derivado de lo que pueden considerarse inoportunos mensajes.
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Por un lado, la referencia a una menor capacidad (“actitudes intrínsecas”) de las mujeres para las matemáticas y las ciencias puras, cuando era presidente de Harvard. Por otro lado, la participación en un informe en el que se subraya la lógica económica de usar los países pobres como depósitos para los vertidos tóxicos, ya estando en el Banco Mundial. Y eso que Summers pertenece al Partido Demócrata estadounidense, que se supone más sensible a tales cuestiones.
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