La organización social alrededor de la IA está aún por pensarse
La organización social alrededor de la IA está aún por pensarse

La organización social alrededor de la IA está aún por pensarse

Se habla mucho de las grandes transformaciones sociales que traerá el desarrollo de la inteligencia artificial (IA). Una afirmación que evoca cierto determinismo tecnológico: una tecnología -antes era un tipo de máquina- que nos convertirá en otro tipo de sociedad, arrastrando las formas anteriores de organizarnos, relacionarnos, decidir y, sobre todo, trabajar, cuando se trata de máquinas.

La revolución industrial

Sin embargo, se olvida que buena parte de los cambios sociales empiezan por el establecimiento de organizaciones distintas, de formas distintas de organizarnos. Es el caso de la conocida hoy como revolución industrial. Primero fue el cambio de organización: los hasta entonces campesinos vinculados a las tierras de los nobles, la Iglesia o la corona, son expulsados de esas tierras debido a las políticas de enclosure (Enclosure Acts), de cerramiento de los campos, convirtiendo en pasto para el ganado -más productivo y beneficioso para los propietarios- lo que antes era cultivado por esos campesinos.

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Ello posibilitó que quedaran “libres” para ser contratados para, en muchos casos, hacer lo que antes hacían. Aunque ahora bajo un mismo techo y bajo la mirada controladora del empleador. Después de este cambio de organización, vino la mecanización y la fábrica. Vino la tecnología física, tras, si se quiere, la tecnología social. Por cierto, en esos principios, prácticamente nadie, salvo los muy necesitados, querían trabajar de manera asalariado, ponerse a las órdenes de una persona, durante un número de horas, a cambio de un salario.

Alan Turing

Otra cosa es que, urgidos por la necesidad, terminasen entrando en el recinto fabril. Se tenía que se perdía autonomía e independencia. En ese inicio de la revolución industrial -especialmente en su versión británica- los fabricantes tenían que echar mano de la contratación de pobres y criminales

Autores clásicos de la organización industrial, como Charles Babbage, nos hablan de todo esto. Un autor que tuvo una estimulante y productiva relación con Alan Turing, el gran precursor de la IA. La cuestión es que la IA se introduce en nuestras vidas poco a poco. Pero, si tenemos en cuenta la gran cantidad de dinero invertido en la misma, hay una expectativa de cambio social y productivo vertebrado sobre la misma.

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Sin embargo, las formas de organizarnos, relacionarnos y decidir son actualmente bastante similares a las que venimos viviendo durante el último medio siglo. Incluso, hasta las formas de trabajar. Algún proceso, como el del teletrabajo, ha ganado campo. Pero de forma lenta e incluso con retrocesos, tras el impulso obligado por la pandemia. Recuerdo que mi primera investigación sobre las posibilidades de desarrollar el teletrabajo en España data de finales de los años ochenta (del siglo pasado).

Javier Callejo
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