El curso que acaba de terminar, 2021-2022, puede considerarse el de los NFTs en el ecosistema blockchain en particular y en el de las innovaciones en general. Todavía es un concepto que parece encerrar un fuerte potencial, del que apenas hemos experimentado nada de sus funciones.
Saltó al gran público de la mano del arte. Para ser más precisos, de la de las subastas de arte. Lo que fue noticia es que un NFT, del artista Beeple, alcanzase una cifra astronómica en una subasta a distancia. Surgieron grandilocuentes frases como revolución en el permanente revolucionario arte digital. Hasta hubo artículos que, aguijoneados por tales cifras, plantearon los NFTs como una amenaza para el sistema financiero. Véase, por ejemplo, el prestigioso FT de hace ahora poco más de un año. Sí, Beeple dio el pistoletazo planetario de los NFTs empezando la carrera prestigiosa de este dispositivo durante el curso recién terminado.
Los NFT de Bored Ape Yacht Club muestran cómo será el consumo en los metaversos
Después, poco después de la famosa subasta, vinieron los monos del Bored Ape Yacht Club y los NFTs se subieron a la lógica de la identidad. Los NFTs como identidad en internet, como alterego para las actuaciones en la red. A partir de aquí, el salto al Metaverso estaba cantado, estableciéndose el triángulo NFT-avatar-marcas. De esto ya hemos hablado aquí. Los NFTs como trampolín para llevar a cabo algo que los más originales e inteligentes observadores de la sociedad de consumo, como Baudrillard, vieron que estaba en el centro de las prácticas de consumo. Los NFTs como concreción del metaconsumo.
NFT y RSC
Es cierto que la mayor parte de las veces que se habla de NFTs se hace en el campo de las inversiones, desde la lógica de la adquisición de un bien del que se tienen expectativas de que aumente su valor. Pero tiene otros recorridos. Unos vistos y otros, por ver. Algunos de ellos no tan directamente centrados en la obtención de rentabilidad material. El propio vínculo con la identidad es uno de ellos. Otro que está en crecimiento es el relacionado con la denominada Responsabilidad Social Corporativa.
Los NFT como puente de los consumidores hacia la Web3
La RSC llena cursos y másteres, modelos de evaluación ISO y EFQM, departamentos de las corporaciones y otros espacios organizativos. Como en otras actuaciones, incluyendo la tan cercana de la publicidad, queda la duda de su rentabilidad contante y sonante. En cualquier caso, se ha instalado en las grandes empresas. Aún así, las acciones derivadas de la RSC quedaban en un lugar escondido de la web o en las últimas páginas de la memoria anual corporativa.
El futuro de los NFT: ¡Es la comunidad, estúpido!
Su visibilidad estaba en el patrocinio de eventos. Eso sí, una visibilidad que tendía a durar lo que dura el propio evento. Sin embargo, con los NFT se abre la posibilidad de que esa visibilidad en la participación en proyectos solidarios, culturales o simplemente sociales quede recogida en el propio inicio de la web. Incluso en los documentos que emita la corporación. Se trata de un símbolo reconocible de estar en la comunidad en la que se ejerce.
Foto Pixabay
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