Musk y la libertad de expresión en el debate sobre las redes sociales

Elon Musk y la libertad de expresión en el debate sobre las redes sociales

31 agosto, 2024 2 min read

Sobre el ejercicio de la libertad de expresión, las redes sociales se juegan su futuro. Sobre la manera de adaptarse al nuevo ejercicio de la libertad de expresión, la configuración de los poderes del Estado en cada sociedad se juega el suyo.

El mes de agosto termina con un tribunal brasileño argumentando la decisión del cierre de X en el país. Ante la negativa de Musk a acatar la orden de un juez que exigía bloquear ciertos perfiles, acusados de desinformación, ha decidido cerrar X. Parece que Sudamérica se está convirtiendo en una especie de tablero que divide a los países en pro-Musk, como Argentina, y anti-Musk, como Venezuela y, ahora, Brasil.

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La semana empezaba con la noticia de la detención del CEO de Telegram. Seguía con la confesión del CEO de Meta de haber cedido a las presiones de la Administración Biden durante la pandemia, impidiendo que determinados contenidos llegasen a la plaza pública de Facebook. Ahora es el CEO de X. Una semana movidita en la que las redes sociales han estado en el centro de la información. Tal vez porque son ya el centro de la información.

Libertad de expresión

Ahora el centro del debate social y jurídico es, nada más y nada menos, que la libertad de expresión. Uno de los seculares principios de las democracias liberales. Formalmente destino de grandes alabanzas y dedicatorias, considerado uno de los pilares de la propia democracia, junto con la separación de poderes. Sin embargo, su concreción material nunca ha sido fácil. El poder político ha estado más interesado en utilizar y controlar los medios de comunicación, que en proteger la libertad de expresión, ya bastante condicionada en los canales mediáticos tradicionales.

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Las redes sociales están en el ojo del huracán porque, sin caer en la ilusión de que se encuentran desgobernadas o sin estructura jerárquica sobre las mismas, son tecnológicamente más abiertas a la posibilidad de que cualquier pueda emitir un mensaje y llegar a una gran cantidad de público. Por esta razón, entre otras, se han extendido tan rápidamente y, al fin y al cabo, se han convertido en las grandes fuentes de información para una enorme cantidad de personas e instituciones, incluyendo los poderes públicos y los medios de comunicación tradicionales.

Desinformación

Cualquiera quiere decir cualquiera, con independencia de sus marcos ideológicos, religión, intenciones, doctrina o, incluso, sentido del humor. Esto choca con sensibilidades y puede hacerlo con algunas funciones atribuidas a los propios poderes estatales, como la seguridad e, incluso, el propio derecho a la información, pues queda muy debilitado si lo que circula es eso que denominan desinformación, como si fuese un fenómeno nuevo. La tensión está ahí y va a acentuarse durante los próximos meses.