Cambio de ciclo: despedidos de la Web2, a la búsqueda del trabajo en Web3
Cambio de ciclo: despedidos de la Web2, a la búsqueda del trabajo en Web3

Cambio de ciclo: despedidos de la Web2, a la búsqueda del trabajo en Web3

El término cambio de ciclo es el eco que devuelve cada signo negativo. Hasta la más leve mala racha queda agrandada bajo la etiqueta de cambio de ciclo. Lo vemos en la política. Lo vemos en el deporte. Pero si hay un lugar de la agenda pública para hablar de cambio de ciclo, éste es el de la economía. En especial, en estos días, en la economía digital. Y decir en la economía digital es decir en la Economía, a secas y con mayúsculas, por mucho que se rasguen las vestiduras los de una supuesta «economía real», como si la digital o la financiera no lo fueran.

Trabajo Web3

Pero sí. Cambio de ciclo en la economía digital simbolizado con un encadenamiento de despidos en sus grandes buques insignia, las Big Tech, las empresas que protagonizan la centralizada Web2: Amazon, Meta-Facebook, Netflix o, en menor medida, en Apple; mientras en otras, como Google, sus trabajadores temen una ola de diez mil despidos, pues parece que los despidos van en paquetes de «a diez mil». También, por supuesto, los despidos se han anunciado en los segundos y terceros escalones de los rankings de tamaño Tech. Entre estos escalones, se encuentra el despido-dimisión masivo de los trabajadores de Twitter. Escandaloso fenómeno mire por donde se mire y que tal vez nos pone sobre la mesa un terremoto mayor: el del cambio de modelo desde la Web2 a la Web3, y el lugar del empleo y el trabajo en este cambio de modelo.

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Los principales operadores tecnológicos centralizados, los de la Web2, despiden empleados a mansalva. La pandemia ya dejó a unos bastante tocados. Especialmente aquellos relacionados con la movilidad de las personas, como las plataformas para el turismo (reserva de habitaciones, alquiler de casas y apartamentos turísticos) o las plataformas de alquiler de coches con conductor o de compartición de viajes. Pero, teniendo en cuenta lo que estamos viendo, parece que levantó una especie de espejismo en otras concreciones de la economía de plataforma, precisamente aquellas que movían empleados para que la gente no se moviese, pues estaba confinada y teletrabajando. Me refiero a empresas que centralizaban la compra de productos por internet, desde los más materiales, incluyendo la alimentación, hasta los del ocio doméstico.

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Cambio de ciclo

Ahora, todo ese espejismo pandémico se nos aparece con la realidad del cambio de ciclo. Como una sucesión de signos de que algo ya no funciona en esta economía digital centralizada. Las empresas de esta economía que más sufrieron durante la pandemia, no acaban de funcionar como lo hacían antes. Esto en un doble sentido: no recuperan beneficios y, en muchos casos, sus servicios fundamentales han empeorado sensiblemente, en una desesperada búsqueda por los clientes y servicios premium para sanear sus cuentas.

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Las que más se beneficiaron y parecían celebrar el paso definitivo hacia la digitalización universal de la vida, ven que no les salen las cuentas, con unos usuarios más exigentes, desconfiados y apretados por unos ingresos relativamente decrecientes por la inflación. Pero, sobre todo, ven que el futuro está en otro lado. Si bien es cierto que esto de ver el futuro se ha puesto también muy difícil; son estos grandes operadores tecnológicos los que tienen el mejor palco para verlo.

Cientos de miles de empleados en lo que se vendía como automático

En ese futuro es donde quiere situarse la descentralizada Web3. El modelo que se anuncia como la web sin intermediarios. Donde todo parece automatizado. Bueno, casi todo. También nos parecía que no había trabajadores en esas plataformas que vendían productos sin tener una sola tienda o fábrica; que alquilaban millones de habitaciones de hotel o miles de casas, sin tener una sola habitación o casa; que llevaban platos de comida sin tener una mínima cocina; o que alquilaban coches con conductor, sin tener un solo vehículo a su nombre.

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Ahora nos damos cuenta de los cientos de miles de empleados que se encontraban bajo lo que se vendía como automáticos algoritmos. No sólo había talentosos profesionales diseñando algoritmos y alimentando la IA (inteligencia artificial), también había un gran ejército de empleados para sostener los servicios. Algo que especialmente podía experimentarse cuando el servicio funcionaba mal y la cadena de empleados con los que había que ponerse en contacto alcanza el infinito. Sí, el infinito, pues llegaba a uno que decía que no podía dar información de a quién remitir la queja del servicio.

Revolución industrial

La Web3 como la web sin intermediarios. ¿Sin empleados? ¿Todo regido por la ley del smart contract? ¿También los smart contracts de quienes diseñan smart contracts? Trabajo hay y no han faltado ofertas de empleo en una actividad en crecimiento y que sigue contando con el atractivo de los inversores. Es más, para algunos profesionales, como los desarrolladores en blockchain, sigue siendo una tierra con grandes extensiones por colonizar con grandes ventajas.

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Pero, poco más allá de esto, cuesta imaginarse un masivo traspaso de empleados desde la Web2 a la Web3, pues sus lógicas son más distintas de lo que aparentemente puede parecer. Bueno, es lo que seguramente pasaba en las antepuertas de algunas transiciones importantes, como la que llevó a la revolución industrial: ¿había suficientes obreros en una economía vinculada a la producción agrícola? Se requirieron años, normas como la de los encerramientos de tierras, penas y masiva movilización de personas.

Si la Web3 atrae inversores, seguro que también seguirá atrayendo a trabajadores en busca de empleo. Ahora bien, es bastante posible que se trate trabajadores de un nuevo tipo, con nuevas características y competencias para enfrentarse al mundo, además de la necesaria mochila de formación. También, con otro tipo de empleo.

Pronto para hablar de la industria de la Web3

Cuando se ponen ejemplos profesionales y laborales de la Web3, se apela a ejercicios como el de los artistas, de los periodistas, de los diseñadores y profesiones de la industria cultural y del entretenimiento. Además, se propone como una relación directa -sin intermediarios- entre estos profesionales y sus usuarios-audiencia. Pero no parece que esto sea suficiente para mantener y, sobre todo, poder hablar de la industria Web3. Piensen, por ejemplo, en su amplio desarrollo en el sector financiero. Parece de Perogrullo; pero las cosas no se hacen solas. Hay trabajo. ¿Cómo? El futuro dirá.

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Un futuro del trabajo en la Web3 que tendrá que hacer muchos arreglos con el pasado y el presente. No es fácil concluir que lo que está intentando Musk con Twitter es esta transición. Algún indicio podría llevarnos a interpretar así las pretensiones del megalómano millonario con «su» recién adquirida Twitter. Pero es pronto para afirmarlo y nadie sabe lo que le puede estar pasando por la cabeza a este personaje.

Es posible que ni él mismo lo sepa. De momento, no se ha mostrado muy preocupado por la digna respuesta de los trabajadores de Twitter, marchándose en masa de la empresa, ante unos mensajes que hay que considerar de, al menos, provocación al abandono de la empresa. Pero tampoco ha aparecido muy convencido de la Web3, a lo largo de diversas manifestaciones.

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Todo es muy singular

Mientras tanto, Jack Dorsey, cofundador de la propia Twitter y uno de sus principales ejecutivos hasta no hace mucho, guarda silencio tras esta gran renuncia de los trabajadores a seguir en la empresa, bajo las condiciones impuestas por el nuevo propietario. También se mostró en su momento incrédulo con la Web3, coincidiendo con Musk. Ahora, apenas y cuando ya empezaban a bajar revueltas las aguas, un tuit de disculpas a los trabajadores de Twitter por «haber haber aumentado el tamaño de la empresa demasiado rápido». Sobre la previa adquisición de la compañía por parte de Musk: «Elon is the singular solution I trust». Desde luego, todo esto es muy singular.

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Javier Callejo
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