NFT futuro comunidad
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El futuro de los NFT: ¡Es la comunidad, estúpido!

Cuando empezaba en esto de Blockchain e intentaba comprender la lógica social, además de la tecnológica y económica, de esta innovación, uno de los principales gurús del asunto me lo hizo ver claro: la lógica es precisamente social, está en la comunidad. Me sonó un poco a lo de: ¡Es la economía, estúpido! acuñada por el equipo de campaña electoral que llevó a Bill Clinton a ganar las presidenciales de 1992. Es como si me hubieran dicho que era justamente lo social lo importante y no me había enterado. Entonces ¿qué clase de sociólogo era?

NFT, futuro y Comunidad

Pues bien, el pasado martes, Chris Dixon, volvía a repetirnos lo mismo. Ahora, con los NFTs. Dixon es uno de los inversores de internet más importantes. En estos momentos, socio de la firma de capital de riesgo Andreessen Horowitz y con una ya larga trayectoria en innovadoras empresas en la red. El canal de comunicación era una serie de tuits en los que parte del concepto de “gap de atención”, de Mary Meeker, también en la actualidad partícipe en una empresa de venture capital, Bond capital. Un concepto por el que se establecía que el dinero -de las inversiones y los beneficios- seguía los pasos de donde la gente ponía la atención. Donde la gente ponía la atención, allí es donde podía monetizarse la atención: en las tablets, en los móviles, etc. Se concretaba materialmente, en aparatos, algunos de los principios de lo que estaba tomando nombre como capitalismo de la atención.

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Web3 y NFTs

De manera análoga, Dixon nos habla del “gap del entusiasmo” para la web3. Su fórmula es relativamente sencilla: el dinero que puede llegar a generar un creador es directamente proporcional al entusiasmo que es capaz de producir en una determinada comunidad. En su comunidad de seguidores.

Esto no ocurre en el actual internet y pone el ejemplo de la música en Spotify, donde la monetización de las piezas se hace principalmente a través de publicidad. Un sistema en el que la gran mayoría de músicos no obtiene ingresos ni para malvivir una trayectoria bohemia. Solo un muy reducido número de superestrellas, que calcula en un 0,2% de todos los músicos, es capaz de generar ingresos suficientes. La mayor parte de los ingresos producidos por este canal van a parar a la compañía que ofrece los servicios de streaming y las discográficas.

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Pero esta web3 tiene un protagonista especial. Son los NFTs. También haciendo cálculos, sitúa el número de 1.000 fans como suficiente para la supervivencia artística -y vital- del músico. El NFT vincula el entusiasmo de esa comunidad al artista. Lo que monetiza es el entusiasmo por ese artista, por las creaciones de ese artista. No la publicidad.

La cotización del entusiasmo

Será el entusiasmo lo que estará detrás de las comunidades que se lancen a por NFTs de artistas: músicos, pintores, grafistas…. Pero, también, exportable a periodistas. Es el entusiasmo que lleva al vínculo.

Es cierto que Dixon establece un importante matiz. Los que se vincularán a un artista a través de sus NFT no serán solo fans. Serán superfans, en una especie de ostentación competitiva interna que beneficia al conjunto de la comunidad, en la medida que la hará valer más, haciéndola más competitiva con respecto a otras comunidades. Será la forma principal en que el ecosistema de las industrias culturales y del entretenimiento sobrevivirá. El inversor sitúa este horizonte en un decenio. Pero cuando un inversor importante profetiza algo tiende a convertirse en eso que llaman profecías autocumplidas, pues en la profecía va incluida la acción profetizada.

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En la investigación de públicos y audiencias, los estudios del comunicólogo estadounidense Henry Jenkins ya nos puso sobre la pista de la importancia de los fans. Él los siguió a través de sus conversaciones en internet, sus fanzines y, sobre todo, sus periódicos encuentros personales en convocatorias que parecían concursos de friquismo. Lo que había allí era la fuerza del entusiasmo. Una fuerza que hacía de un consistente cemento social.

Darwin y la adaptación grupal de las especies

Ese ánimo exaltado e intenso que supone el entusiasmo es colectivo, social. Aunque su expresión sea individual, siempre necesita de, al menos, dos. Pero, como pusieron de manifiesto los analistas de las masas de hace un siglo (Le Bon, Tarde) e incluso Durkheim, es una expresión eminentemente colectiva, de fuente y destino religioso. La religión es el resultado, en distinto grado de institucionalización, de un movimiento de entusiasmo. Los movimientos sociales se estructuran a partir del entusiasmo. El salto que separa las tres ‘r -rebeldía, rebelión y revolución- se suelda con porciones de entusiasmo.

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En su Teoría de la Evolución de las Especies, Darwin daba mayor relevancia a la adaptación grupal de las especies. En la competencia con otras especies, en un espacio determinado, lo importante es el grupo. Le daba más importancia a esto, que a esa idea de individuos fuertes, frente a individuos débiles condenados a desaparecer, porque se quedan en la cola de la marcha de la manada. La fuerza está en el grupo, de manera que pueden competir mejor contra otros grupos, si son capaces de colaborar eficazmente entre sí los miembros del grupo.

La colaboración eficaz entre los fans y artistas se construye alrededor del NFT.

¡Es la comunidad, estúpido! Bueno ¡Es la comunidad de fans, estúpido!

Foto de ktphotography, en Pixabay

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Javier Callejo
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