Nigeria criptomonedas
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Nigeria y PayPal, dos formas de normalizar la vida social de las criptomonedas 

Durante la reciente semana, Nigeria y PayPal han protagonizado dos pasos muy distintos hacia la normalización de las criptomonedas como dinero. Son diferentes impulsos hacia la vida social de las criptomonedas. En Nigeria, la noticia es que las criptomonedas se están convirtiendo en una herramienta fundamental para la superviviencia de los movimientos sociales enfrentados al gobierno. Por su lado, la noticia de la empresa de pagos es que admite cuentas en criptomonedas como depósito a los que poder cargar los pagos. Dos pasos significativos.

En el país africano, los movimientos de protesta contra la policía, acusada de corrupción, torturas e incluso homicidios, han promovido el uso de bitcoin para financiarse. Ante el congelamiento de las cuentas bancarias de la coalición que lidera el enfrentamiento político contra el gobierno, esta ha respondido solicitando a sus donantes que dirijan sus contribuciones a billeteras (wallets) en bitcoin. El 18 de octubre, la cantidad recaudada alcanzó los 7,2 bitcoin, cerca de los 80.000 euros. Una cantidad que supone ya el 44% de los fondos de la organización, especialmente destinados a apoyar a las víctimas de la acción policial.

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Tal reacción hacia las criptomonedas no parte de cero. Ya tenía su propia vida social provocada por la conjunción de varios factores, como una moneda local (naira) inflacionaria y una fuerte emigración, que manda remesas de dinero a los familiares que se quedan. Transferencias que han encontrado en las criptomonedas un cauce eficiente.

Nigeria en los intercambios de criptomonedas

Según el informe de Chainanalysis sobre la geografía de las criptomonedas,  Nigeria ocupa el tercer lugar del mundo según el volumen de los intercambios peer-to-peer (P2P) en criptomonedas. Si se tiene en cuenta el denominado Índice Global de Adopción de Criptomonedas, elaborado por Chainanalysis, Nigeria ocupa el octavo lugar del mundo. Un ranking encabezado por Ucrania y Rusia.

PayPal ha anunciado a sus usuarios estadounidentes que podrán comprar, vender y pagar con criptomonedas. Es decir, admite que se mantengan cuentas de pago e ingreso en criptomonedas. El solo anuncio por una de las empresas líderes en la industria del pago es ya un reconocimiento de la vida social de las criptomonedas. Se reconoce como mundo que existe y que PayPal no quiere perder. Pero, a la vez que se reconoce, se le da un fuerte impulso: quienes dudaban encuentran un anclaje más para usar criptomonedas.

La vida social del dinero

No basta con que a algo le llamemos dinero para que sea dinero. Para ello, tiene que entrar en la vida cotidiana de la sociedad, pasando de objeto a institución. Ha de tener vida social. De hecho, la historia nos ha facilitado ejemplos de estados empeñados en institucionalizar como dinero su nueva moneda, recién salida de sus fábricas estatales de moneda, que no han logrado sus objetivos. En tales casos, una propuesta fallida de dinero puede convertirse en un síntoma de estado fallido. Un estado que es incapaz de imponer sobre su territorio y población la soberanía de su dinero muestra grandes debilidades.

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Por otro lado, como nos dibujó el antropólogo francés Marcel Mauss, puede haber economías que llevan a cabo frecuentes prácticas de intercambio; pero que no utilizan dinero. El analista galo utilizó estas sociedades para demostrar que no todo lo económico puede reducirse a intercambio dinerario. También en nuestras sociedades.

De paso, Mauss dejó ver que hacen falta más cosas para que el dinero funcione. Pero, sobre todo, nos señala que la relación entre dinero y sociedad es más compleja de lo que solemos pensar. Como ciudadanos con varios siglos de cultura del dinero, nos es difícil pensar en sociedades sin dinero. Hemos “naturalizado” el dinero en su forma como billetes y monedas de metal. Lo hemos normalizado. Incluso nos cuesta pensar en sociedades con otro tipo de dinero, como el surgido de la criptografía. Aunque nuestro pensamiento y nuestras culturas, afortunadamente, cambian.

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Ya sabemos que para que un ente pueda ser considerado dinero ha de cumplir con, al menos, tres funciones: unidad de cuenta, intercambio de valor y reserva de valor. Tres funciones que, articuladas, hacen la vida social del dinero. No obstante y a pesar de su necesaria articulación para poder hablar de plena vida social del dinero, incluyendo las criptomonedas como dinero, el proceso de normalización del mismo puede dar preferencia a una u otra de tales funciones. Están todas presentes; pero a una se le otorga mayor protagonismo, según la fase del proceso de normalización.

Las fases hacia la vida social del dinero

Seguramente estaremos de acuerdo en que el origen de la vida social de las criptomonedas coincide con el nacimiento de bitcoin. La historia convertida en anécdota hace referencia a un primer intercambio con bitcoins como momento fundacional. Se trató de la adquisición de una pizza. Teniendo en cuenta el valor actual de la criptomoneda, la pizza salió carísima. Más allá de la anécdota, lo más relevante y potente de bitcoin como dinero es su diseño como reserva de valor.

Un diseño caracterizado por su emisión finita y por el pautado ritmo de su crecimiento. Esto ha permitido que la evolución de su cotización haya sido impresionante. Hoy se aproxima a los once mil euros. Se ha generado una especie de círculo virtuoso. En la medida que se extendía su uso, aun cuando fuese infinitamente menor al de las monedas del dinero fiat, aumenta su demanda. Con ello, se eleva constantemente su cotización. Así ha sido, salvo en ciclos cortos. Empieza a hacerse atractivo para inversores. Más si se tiene en cuenta que su oferta está programadamente limitada. Se convierte en una notable reserva de valor.

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Paradójicamente, su funcionamiento preferente de bitcoin como reserva de valor se está convirtiendo en un freno para el cumplimiento con las otras funciones. En especial, la de entrar en los intercambios. Los poseedores de bitcoin prefieren mantenerlo, si tienen margen para ello, en lugar de gastarlos en las compras de bienes y servicios. Es más, no son pocos quienes planifican sus ahorros en bitcoin, frente a las amenazantes noticias vinculadas a monedas del dinero fiat.

En el proceso de normalización de las criptomonedas, el segundo paso parece venir con su extensión como forma de pago. Para que le sea reconocida esta función, las criptomonedas han de ser más eficientes que las otras formas de dinero.

En el caso de Nigeria, el paso desde reserva de valor, como forma de inversión, a instrumento de cambio, viene dado por las particulares características del contexto de relaciones conflictivas entre estado y sociedad. Algo que va más allá de los movimientos de protesta actuales.

De hecho, las criptomonedas en Nigerias se han convertido en instrumento de pagos online y para profesionales freelancers, una figura de ocupación bastante extendida en el país. Puede decirse que la respuesta de los movimientos de protesta tiene su base en una pre-normalización del uso de las criptomonedas en Nigeria. Pero la opción de la protesta por el bitcoin, ha llevado al espacio público lo que era una práctica privada. Es más, en enero de 2017, el Banco Central de Nigeria prohibía operaciones en dinero virtual bajo el argumento de proteger el sistema financiero del país. Se trata de un reto directo al gobierno, con las criptomonedas en medio.

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Con PayPal, las criptomonedas se ponen de largo en el sistema de pagos y, por lo tanto, de intercambios. Hay que reconocer aún su lugar marginal en tal sistema. Como el invitado al guateque que el resto de invitados mira con desprecio. Como a un advenedizo. Pero cuando el anfitrión ha hecho la invitación no solo legitima que esté ahí, sino que es consciente de su potencial para la futura vida social.

La última fase todavía está en el horizonte. Es la que puede tomarse como signo de su máxima normalización y es la que deriva de la asunción de las criptomonedas como unidad de cuenta. Las otras dos fases ya están en marcha.

*Fotografía publicada con autorización de Olumide Adesina

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Javier Callejo
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