La presentación del yo en la vida de las criptomonedas cambia con su cotización 
La presentación del yo en la vida de las criptomonedas cambia con su cotización 

La presentación del yo en la vida de las criptomonedas cambia con su cotización 

Se habla de identificación con las criptomonedas, incluso con alguna criptomoneda en particular. También el otro día escuché en un documental sobre el mundo cripto y el metaverso, que éste se convertía en expresión de la identidad de millones de adolescentes. Confieso que nunca me ha convencido el concepto de identidad. Me parece un recurso explicativo fácil. Más cuando parece indicar una especie de foro interno personal. Casi corporizado. No sé, tal vez situado entre el corazón, el hígado y los riñones. En algún rincón de ese enjambre circulatorio. Prefiero otro concepto, como el de presentación del yo. Pongámoslo a prueba con relación a las criptomonedas.

Cotización criptomonedas

El concepto presentación del yo lo acuña el neoyorquino Erving Goffman. Concibe a los sujetos como actores, que están constantemente representándose a sí mismos. Esto, que tras la explosión de las redes sociales nos parece casi normal, e incluso se habla de uno mismo como marca, lo planteó Goffman en los años sesenta del siglo pasado.

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En el ámbito de la vida cotidiana, distingue especialmente entre dos espacios. Por un lado, el espacio público de las relaciones con los otros. Otros posiblemente conocidos, de trato más o menos habitual; pero con los que no hay lazos de intimidad. Esos otros que no pertenecen a nuestro mundo de vida más próximo, a nuestra burbuja de comunicación y confesiones. Es ante estos otros que el esfuerzo de dramatización, presentación de uno mismo, es mayor. Ha de tenerse en cuenta que, especialmente si las interacciones o los encuentros son frecuentes, el esfuerzo de coherencia que hay que tener.

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En general, se trata de una presentación del yo regida por la lógica del “salvar la cara”, que es una mezcla entre dar la mejor cara que uno cree de sí mismo y de lo que se cree que esperan los demás. Por ello, se dice que esta forma de actuar tiende a ser muy normativa, pues lleva a presentarse a los demás como prescriben las normas sociales de cada momento y lugar.

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Por otro lado, la trastienda, el backstage. Un espacio para la comunicación con los más cercanos. Con los que se tiene un vínculo más fuerte, de parentesco, de amistad. Aun cuando sigue habiendo presentación del yo, se rebajan los esfuerzos. Es más, la fortaleza de los lazos se alimenta en buena medida de mostrar una cara distinta a la que se enseña en el espacio público. Hasta se llega a hablar aquí de “verdadera cara”. Es un poco ese contradictorio objetivo que dicen tener algunos productos mediáticos en general y televisivos en particular, como es ofrecer la verdadera cara de un personaje en un espacio público. Algo, por definición, imposible.

Astucia personal cuando se gana

Con respecto a las criptomonedas, cuando se está ganando en el vaivén de las cotizaciones, tal éxito es presentado a los demás como producto de la astucia personal. Una presentación en que se deja transparentar una especie de inteligencia privilegiada para entender un subsistema financiero que parece un arcano, y, además, una personalidad emocional hecha para el arrojo. Además, se muestra a los demás como un ejercicio de independencia, de autonomía en la decisión. Es más una ostentación de esta autonomía, especialmente frente a los que desaconsejaban meterse en este campo de las criptomonedas.

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Cuando se va ganando dinero en la vida de las criptomonedas, la presentación del yo se establece sobre un modelo en que el sujeto es la parte activa y el objeto, la cotización de las criptomonedas, la parte pasiva. Es decir, se presenta uno mismo como una especie de demiurgo del sistema cripto. Casi como si el excelso saber sobre el mismo llegase a empujar el propio cambio. Como puede comprenderse, todas estas presentaciones de uno mismo en la vida de las criptomonedas victoriosas son imaginarias.

Víctima cuando se pierde

Cuando la vida de las criptomonedas pone la mirada hacia abajo, como la flecha de las cotizaciones, la presentación de uno mismo cambia radicalmente. Domina la presentación de uno mismo como víctima. Como malhechora acción cooperativa de las grandes fuerzas del mal financiero. Llámense, por ejemplo, BlackRock o Citadel en la gran caída de Terra/Luna de hace unos días. Se habla, como han titulado algunos medios de comunicación, de conspiración. Aparece un perfil paranoico, víctima de contubernios del más extraño origen. Es más, las personas cercanas que, tal vez, nos aconsejaron invertir en tal o cuál criptomoneda, que ahora nos ha hecho perder mucho de nuestro patrimonio, aparecen como disfrazados agentes de esas fuerzas del mal.

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En esta segunda situación, el sujeto no se presenta a sí mismo como equivocado, habiendo cometido un error en el análisis de la situación y expectativas de aquellos bienes cripto en los que invirtió. No, se presenta como engañado. No es que haya analizado o interpretado mal la información de que disponía, es que faltaba esa información. Como autojustificación, juega con el principio de que la información total es imposible. Ahora bien, tras la caída, subraya que la información “que le dieron” era a todas luces insuficiente. En todo caso, estaría bien profundizar en el estudio de la lógica del don en la circulación de la información financiera.

Riesgos e incertidumbres

Presentación del yo en la vida decadente de las criptomonedas que tiende a fundamentarse en argumentos tan imaginarios como los de la vida victoriosa. Ni la omnipotencia de la primera tendencia de vida cripto, ni la victimización de la segunda tendencia se ajustan a la realidad. Toda decisión, más aún en el campo financiero, conlleva riesgos e incertidumbres. Sobre los primeros, pueden llevarse a cabo análisis que, siempre de una manera aproximada, nos pueden ayudar a establecer probabilidades de éxito y fracaso.

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En todo caso, estos análisis y cálculos trabajan sobre registros del pasado y del presente, para, así estimar y colonizar el futuro. En el mejor de los casos, en clave probabilística. Y luego están las incertidumbres y lo que tiene el futuro de futuro. La presentación de uno mismo ante el futuro, en la vida de las criptomonedas y en cualquier otro campo, es uno de los rasgos que más nos identifica -recuperando aquí ahora el concepto- ante los demás.

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Javier Callejo
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