mercados de predicción en blockchain
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Vitalik Buterin, mercados de predicción blockchain y sondeos en elecciones USA

Probablemente, a partir de ahora, los mercados de predicción en blockchain empiecen a formar parte del entramado de los procesos electorales globales. En el de Estados Unidos, aún sin concluir al cierre de esta información, fue Vitalik Buterin quien situó los mercados de predicción en blockchain al lado de los sondeos preelectorales.

El 4 de noviembre, día de los comicios, Vitalik Buterin escribió el siguiente tuit a las 7,50 horas:

«Independientemente de quién gane desde aquí, definitivamente creo que los mercados de predicción han demostrado ser más precisos que las encuestas / modelos esta vez».

Un mensaje intrigante y confuso. Intrigante por su inclinación favorable a los mercados de predicción. Confuso por varias razones. En primer lugar porque no parece plausible evaluar la capacidad de predicción de algo y, por tanto, su validez predictiva, con independencia del resultado definitivo de lo que se predice.

No es baladí el hecho de quién resulta finalmente Presidente de los Estados Unidos en estas elecciones, pues es lo que intentaban predecir los sondeos pre-electorales. Prácticamente casi todos estos sondeos habían predicho una victoria de Biden. Es lo que parece que va a confirmarse en el momento en que esto se escribe (8:30 de hoy domingo), ya que la ventaja del candidato del Partido Demócrata es amplia, incluidos los estados que aún no han terminado de cerrar el recuento. Si se confirman las predicciones que pueden hacerse desde la situación actual, Biden obtendría unos 307 votos electorales, frente a 231 de Trump. La diferencia es notable, por lo que parece que habría que atemperar la crítica a las predicciones realizadas por los sondeos.

Encuestas por debajo de mil personas

Por otro lado, en el tuit de referencia, se asimilan sondeos y modelos. Como si fueran lo mismo. Vamos a interpretar que se trata de los modelos de predicción derivados de los resultados –en bruto- de los sondeos. En cualquier caso, habrían validado su predicción en cuanto a quién sería el triunfador del proceso electoral. Eso que muchos de los resultados de sondeos que se habían venido publicando tenían su origen en encuestas realizadas a través de internet, que incluso en Estados Unidos  obtienen unas muestras con una cuestionable representatividad de la población, en este caso del cuerpo electoral. A ello hay que añadir los reducidos tamaños muestrales utilizados. La mayor parte de tales encuestas con muestras por debajo de las mil personas habiendo completado el cuestionario. Eso, sin entrar en el hecho de que, salvo excepciones, las empresas demoscópicas que avalaban tales resultados son poco conocidas.

Más allá de la ambigúedad del tuit, conviene rescatar la reivindicación que se hace de los mercados de predicción. Algo muy distinto a los sondeos pre-electorales. Tan distinto que la comparación en sí misma resulta metodológicamente insostenible. Otra cosa es que se trate de un mensaje a los medios de comunicación, principales consumidores de sondeos pre-electorales, para que dejen de gastarse el dinero en la contratación de encuestas y se dediquen al seguimiento de los indicios que van dando los mercados de predicción.

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También podría haberse apuntado que, ya que se gastan el dinero, lo hagan contratando encuestas más sólidas de partida: encuestas aplicadas a través de otros medios, con mayores tamaños muestrales y desarrolladas por entidades y profesionales de garantías. Un consejo que valdría perfectamente para cualquier proceso electoral, incluido los nuestros. Después vienen las críticas a las encuestas; pero en la mayor parte de los casos se llaman encuestas a procedimientos que adolecen de carencias técnicas. Es como querer atravesar el Atlántico con un cayuco y, después, denunciar que se ha perdido, que no ha llegado a puerto. Claro que hay pequeños veleros que con pericia profesional consiguen llegar a su destino en tal travesía. Pero son los menos. Si tengo que ir desde Madrid a Nueva York por mar, preferiría un transatlántico; aun contando con el riesgo de que me saliese un “Titanic”.

Ocho puntos de diferencia

Los sondeos pre-electorales norteamericanos predijeron el ganador. No tanto el tamaño de su victoria que, aunque amplia, ha resultado ser menor que la pronosticada. Se le llegó atribuir hasta ocho puntos de diferencia en el total de votos; mientras que es posible que el resultado final apenas arroje una diferencia entre tres y cuatro puntos porcentuales. Esto ha hecho que se haya dado una especie de montaña rusa de las emociones electorales. Siguiendo en Twitter, el premio Nobel Paul Krugman en su tuit de las 14:41 del 6 de noviembre afirma lo siguiente:

los votantes demócratas estaban frustrados porque la reducción del amplio color azul que habían predicho las encuestas, pero están despertando y dándose cuenta de lo grande que ha conseguido Biden. Los votantes republicanos estaban todavía viviendo en un mundo de fantasía, y están teniendo un duro encuentro con la realidad”.

La potencialidad de los mercados de predicción 

Los mercados de predicción son apuestas continuas. Tales apuestas se convierten, para el caso de un proceso electoral, en indicadores de la cotización de los candidatos de cara a alzarse con la victoria electoral. Tales mercados de predicción pueden ser tanto centralizados, como descentralizados, y aceleran su dinámica según van llegando noticias del recuento de votos en el día de las elecciones.

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Más en el caso estadounidense, ya que convergen las notables diferencias horarias dentro del país, por un lado, y lo que se ha vuelto a mostrar como un procedimiento lento en la contabilización de papeletas, por otro. Así, se extiende un período relativamente largo entre los registros de la primera y la última papeleta. Es el período de principal actividad de los mercados de predicción que, aunque relativamente largo desde nuestra concepción de lo que debe durar un recuento electoral, no deja de ser un período corto. Se trata, entonces, de un mercado de predicciones a corto y muy corto plazo, que se alimenta de las noticias que van llegando y tiende a una alta volatilidad, de gran atractivo para la especulación.

Sin embargo y tal como su propia denominación indica, los sondeos pre-electorales tienen lugar preferentemente durante los días, semanas e incluso meses anteriores al día de la convocatoria.

Los tokens de los mercados de predicción

En los mercados de predicción descentralizados, la fórmula toma forma de token. En esta ocasión, son los nombres de los candidatos los que directamente bautizan a los tokens: “Trump”, “Biden”, “Trump2020”, “Biden2020”, “Trumpwin”, “Trumplose”, “Bidenwin” o “Bidenlose”. Tokens que se compran y venden en los exchanges.

Y esta una pequeña diferencia con las apuestas. El precio de los tokens se configura según su cotización en un momento determinado. Si en ese momento se vende, es lo que se consigue. Por ejemplo, el token Trump tuvo su mejor precio al inicio del recuento. Según fue avanzando el goteo de resultados electorales en los distintos estados, la cotización fue bajando hasta cotizar cercano a cero. Si se hubiera adquirido el token Trump durante la mañana del día 3 de noviembre y se hubiera vendido en las primeras horas del día 4, se podrían haber obtenido interesantes beneficios.

En una apuesta, se pone una cantidad de dinero y las expectativas de ganancia están fijadas en ese mismo momento, según se pague la opción seleccionada por unidad (dólar, euro) apostada. En la apuesta, ya solo cabe esperar el resultado final. Los mercados de predicción están siempre abiertos, con variación constante en la cotización de los tokens-opciones adquiridos, pudiéndose vender a lo largo del proceso hasta que este llega al final.

Cotizaciones de días anteriores

Más allá del montante del flujo dinerario que puedan mover estos mercados, muy relacionado con la relevancia social del acontecimiento sobre el que realiza la predicción y la proximidad temporal del mismo, es muy interesante su seguimiento durante los días anteriores. Si nos quedamos en cómo cotizaban el mismo día de las elecciones, martes día 3, se puede observar que en estos mercados de predicción, Trump cotizaba por encima de Biden: 59 USD frente a 42 USD.

¿Esto es acertar? Durante los treinta días anteriores, Biden estuvo cotizando alrededor de los 65 USD, mientras que Trump lo hacía alrededor de los 40 USD. Los sondeos pre-electorales daban una media de ocho puntos porcentuales de ventaja a Biden. Los mercados de predicción amplificaban tal ventaja a una media de veinte dólares sobre cien. ¿Cómo puede decirse que los mercados de predicción lo hicieron mejor?

Fijándonos ahora en los mercados de predicción descentralizados, como el propuesto por el exchange FTX, sus pronósticos no eran muy diferentes. El token Trump apenas alcanzó la cotización del 0,4 USD durante todo el mes anterior al día de la convocatoria. Rozó la cotización de 0,9 USD hacia las 4 de la mañana del día 4 de noviembre. Pocas horas antes del tuit del señor Buterin. El token de Biden estuvo alrededor del 0,65 USD durante el mes anterior, bajando al 0,34 USD en esa madrugada del miércoles.

Mercados de predicción como acumuladores de micropredicciones

Y es que estos mercados de predicción electoral se alimentan preferentemente de una fuente de información: los resultados que van dando las encuestas pre-electorales. De aquí que la afirmación del señor Buterin es doblemente incorrecta: los mercados de predicción fallaron y, además, oponiendo mercados de predicción y sondeos pre-electorales, se deja de lado que los primeros se alimentan informativamente de los segundos.  ¿Fue una apuesta del propio Buterin por los propios mercados de predicción, a la luz de las primeras informaciones de recuento electoral?

Durante los días previos al de la convocatoria electoral, o del acontecimiento social de que se trate, los mercados de predicción actúan como una especie de acumulador de micropredicciones. Cada comprador de token actúa como un microanalista que, en función de su capacidad de interpretar la información disponible, especialmente la que viene de los resultados de sondeos pre-electorales en este caso, y, tal vez, los signos que le vienen de su entorno más inmediato, lleva a cabo su opción.

Se le supone movido por el interés –ganar dinero- y no con la identificación emocional o ideológica, que le llevaría a optar por aquellos tokens más acorde con sus preferencias ideológicas, emocionales o, como en este caso, politicas. Cabría pensar en compras masivas de determinados tokens de estos mercados de predicción con el objetivo de mandar señales a los que determinan el resultado, los votantes, para que se inclinen por una opción en su voto desde la denominada lógica del efecto bandwagon (efecto arrastre).

Mercados y sondeos tienen su sitio

Se estarían asumiendo varias cosas: a) que se puede adquirir tal cantidad de tokens desde muy pocas cuentas que se condicione considerablemente la cotización; b) que los votantes, por sí mismos o a través de los medios de comunicación, siguen esos mercados de predicción; y c) se produce tal efecto arrastre. Muchas suposiciones. Más teniendo en cuenta que la trazabilidad que queda en Blockchain, para los mercados de predicción descentralizados, prácticamente impediría la primera de estas suposiciones.

Los mercados de predicción tienen su sitio. Como lo tienen los sondeos bien hechos. Además, ambas fuentes de información se alimentan recíprocamente. Durante los días previos, la información tiende a fluir preferentemente de los resultados de encuestas a los mercados de predicciones. Cuando se acerca el momento del acontecimiento, es como si los mercados de predicciones se independizaran de los sondeos, pues ya no hay tiempo para los mismos y dejan de hablar.

Esto no supone un estricto seguimiento de los mercados de predicción de los resultados de las encuestas. Aun cuando tienden a la convergencia, hay situaciones en las que divergen. Es lo que ocurrió con el Brexit. Ganaron los mercados de predicción. Ganaron los que se arriesgaron a contradecir los resultados que, al menos durante los días previos al referéndum, dieron varios institutos demoscópicos.

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Javier Callejo
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