Toda realidad admite ser representada en una gran variedad de géneros. Aunque unos géneros se ajustan mejor que otros a cada momento de esa realidad o fenómeno. El ecosistema Blockchain ha vivido la última quincena más en tono tragedia, arrastrado por el colapso cósmico-algorítmico Terra/Luna en las criptomonedas.
Lo cierto es que, cuando los medios de comunicación se han centrado en Blockchain y especialmente en las criptomonedas, han optado preferentemente por el tono trágico, de grandes héroes (Musk, Dorsey, Andreessen, McAffe, etc.) luchando ciegamente contra un final que el pretendido coro del sentido común ya sabe funesto. Por eso, tal vez, convenga ya introducir otro tono, como el costumbrista. Seamos mínimamente costumbristas como maniobra de alivio.
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Tipos que pueblan Blockchain
Entre los novelistas costumbristas, hacia finales del siglo XIX, existía la tendencia a dibujar los distintos tipos que se encontraban en las calles de su localidad. Se trata de documentos valiosos, que todavía hoy nos sirven para representarnos la sociedad de esos lugares, en ese tiempo. De hecho, estos escritores ejercían a la vez de antropólogos sociales, a partir de una observación participante en la localidad llevada a cabo en muchos casos desde la infancia, y de sociólogos que levantan el acta de un cambio. No ha de olvidarse que su escenario preferente son ciudades en plena transformación, con un acelerado aumento de nuevas actividades productivas, nuevas gentes y nuevos retos. Y, sobre todo, una estructura social removida en sus cimientos. Un acelerado cambio como el experimentado de la mano de la tecnología Blockchain. Una invitación a la reflexión en clave costumbrismo localista.
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¿Qué tipos nos encontramos en el campo local de Blockchain? Intentaré reflejar alguno, teniendo en cuenta que se trata de eso, de tipos. Incluso cabría calificarlos con esa etiqueta que nos prestó Max Weber para llevar a cabo nuestras observaciones: como tipos ideales. Es decir, no se refieren a nadie en concreto y, además, se encontrará con que pueden acumulares rasgos de varios de estos tipos en una misma persona. Por lo tanto, si alguien ve reconocidos sus rasgos en estas descripciones, se trata de una coincidencia.
Antes de que naciera Satoshi
Más allá de compartir espacios públicos -acontecimientos, redes sociales o incluso medios de comunicación- también tienen en común su afán propagandístico de la tecnología. Algo entre la divulgación y el adoctrinamiento o la evangelización. Aun cuando más unos que otros. Vamos con una muestra de ellos:
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El pionero. Ostentación de haber estado en el nacimiento de Bitcoin, incluso antes de que naciera Satoshi. Aun cuando algunos tienen formación técnica, pesa más su espíritu aventurero que la propia formación. Su gusto está en las nuevas experiencias. Para ellos, todo lo que ha venido después de esos momentos inaugurales es decadencia. La ideología anarquista ha devenido pensamiento neoliberal; la descentralización participativa, estrategias corporativas por centralizar la tecnología y hacerse con el control. Nada es como era en el prístino momento del que se sienten testigos de primera fila.
El experto iniciático. Aun cuando una parte importante de estos tiene un título académico en el campo de la ingeniería informática, especialmente como desarrolladores, sus bases se han alimentado extensamente de la autoformación, con muchas horas delante de un ordenador, intentando superar retos, tomados como personales. En ellos, se da la rara convergencia de apertura a la innovación, búsqueda de experiencias nuevas, instinto creativo y disciplina. A su vez, están inscritos en redes internacionales, en las que han visto reconocida su competencia. Es más, en un número importante de casos han vivido en el extranjero. Constituyen la columna vertebral de este campo y de esta industria.
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El groupie o fan de eventos
El fan, iniciado en la mayor parte de los casos a partir del atractivo de las criptomonedas, pudiéndose alcanzar la identificación con alguna de ellas, especialmente bitcoin. No obstante, habría que diferenciar entre el fan de las monedas cripto, que ha llevado a cabo su experiencia iniciática y ahí se ha quedado, y el groupie o fan de eventos, que toma estos como los grandes conciertos de la música pop. Este último ha hecho del ecosistema Blockchain su identidad, su tarjeta de presentación al mundo.
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Continuamente habla de ello y, sobre todo, de las grandes estrellas de este campo a las que dice conocer porque ha compartido una charla, mientras estaban de pie en el cocktail tras ese evento, al que asistió tras haber pagado más de mil dólares. Sin contar gastos de viaje, ya que acuden a esa ciudad cosmopolita, aunque se encuentre en las antípodas. Bueno, más que un gasto es una inversión, pues la asistencia la incluyen en su tarjeta de presentación durante años: “yo estuve ahí”. Se trata de sujetos que dan colorido, que te los encuentras en todos los acontecimientos, desde Caracas a Segovia, habiendo construido una red de mochileros de eventos. Ahora bien, aunque parecen estar a la última, su saber práctico es dudoso. Buenos acompañantes, sospechosos operadores, más inclinados al vivir ocioso, que al trabajo. Eficientes como clá, fardos como ejecutores.
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El paso de aficionado de clá a parásito pseudoprofesional conlleva una inversión de la relación con el ecosistema, desde la aportación secundaria -desde el patio de butacas- a la explotación personalizada del mismo. Pseudoprofesionalidad con múltiples indicadores, además del cambio constante de pagador a salto de alarma de improductividad manifiesta, como es que facturan a nombre de sus familiares, tal vez honestas madres esteticistas, costureras o profesoras de samba, o padres panaderos o constructores.
En los márgenes de Blockchain
Los tiburones emprendedores. Perciben que en Blockchain puede haber negocio, especialmente tras haber asistido, con curiosidad, a algún evento, y haber cruzado palabras con los apasionados groupies. Se introducen en el ecosistemas con proyectos, siempre un tanto difusos y más en los márgenes de Blockchain, que en su centro: ofreciendo cursos, que no dudarán en denominar “máster”, o mediaciones con grandes empresas para no se sabe qué. La seguridad de su habitual sonrisa contrasta con la endeblez de sus proyectos.
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Así, como no están excesivamente seguros de la viabilidad del campo y no están dispuestos a gastarse mucho dinero en la inversión, se alían con esos fans de mucho hablar, a los que pagarán poco o nada, para llevar a cabo su proyecto. Bueno, más que de parasitismo, habría que hablar de mutualismo, puesto que ambos se benefician. Uno, intentando meter la cabeza en el campo, con vistas a posicionarse estratégicamente en él y obtener beneficios inmediatos de esto. El otro podrá decir que está en tal o cual proyecto, como si estuviera así más inserto en este mundo. Juntos, venden y se venden.
Los profesionales reprogramados. Vienen de otros campos, como Derecho y Economía, con la fuerza de que su saber adquirido en Blockchain les dará una posición muy ventajosa en su campo de origen, dado que se saben en pequeño número dentro del mismo. Su horizonte no está en el desarrollo de esta tecnología, sino en el liderazgo de la aplicación en su campo. Los más destacados, dan conferencias y presiden reuniones convocadas por sus respectivas asociaciones o colegios profesionales, habiéndose convertido en los propagandistas ante los colegas que quieren ocupar ese segundo escalón en el proceso de innovación profesional. Cada campo profesional, necesita su líder Blockchain.
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