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Las ciudades entran en la criptomodernidad a ritmo de blockchain, NFTs y metaversos

Las últimas semanas están significando un fortalecimiento del vínculo entre ciudadades y Blockchain. Las ciudades entran en Blockchain y Blockchain entra en las ciudades. Los principales protagonistas de los últimos encuentros urbanos han sido los NFTs, proyectando música, pintura y otras artes alrededor de los puntos donde tenían lugar. Algunas ya tienen planes para situar representaciones de su arquitectura más identificativa en el metaverso. Pero lo realmente sorprendente es esta sucesión de festivos encuentros presenciales entre los profesionales de la más profunda inmersión en la virtualización.

Ciudades, Blockchain y NFTs

El acontecimiento NYC.NFT puso a la gran manzana a los pies de los tokens y las colecciones de avatares. Los NFT fueron los protagonistas. Parecía que todo proyecto en la ciudad, especialmente si se trataba de un proyecto artístico, hablaba el lenguaje de los NFTs. Hasta Quentin Tarantino y su Pulp Fiction hablaron este lenguaje por primera vez en Nueva York. Es cierto que, para entender la repercusión del acontecimiento en el conjunto de la ciudad, puede admitirse el whisky como proyecto cultural.

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Poco después, en Lisboa, tuvo lugar el Solana Breakpoint. Un acontecimiento que sigue a otros, que están llevando a convertirse a la capital portuguesa en la capital europea del ecosistema cripto, desplazando a la precoz Tallin. Tal vez esto explique el éxodo de innovadoras empresas y talentosos profesionales españoles en este campo a instalarse alrededor de la desembocadura del Tajo. Mientras allí corren, aquí todavía están pensando si dan cita previa al asunto de empujar blockchain y las criptomonedas, más allá de la enésima versión de normas contra el fraude y el blanqueo de dinero. Actualmente, la inversión en finanzas descentralizadas en la península Ibérica habla portugués.

La ciudad busca su espacio en el metaverso

El más reciente evento urbano ha estado en Miami: el Art Basel Miami, que ha levantado tal expectación, que algunos cronistas comparan los signos allí recogidos con intensos procesos de entusiasta evangelización cripto y NFT. Avalanche ha convocado un gran evento festivo para la próxima primavera en Barcelona.

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En estos encuentros, se habla, claro está de proyectos. De futuro. Pero, en este marco, de inversiones y de trabajo. Aunque sea en las parties, se habla del trabajo que viene. Y es la ciudad la que sirve a ese entorno, la que se sumerge en el ecosistema blockchain y la que busca un lugar en el metaverso. Además, los encuentros entre profesionales y empresas tras los acontecimientos se extienden durante semanas, en la misma ciudad. Encuentros en busca de colaboraciones. Resulta paradójico, pero se prefiere Airbnb a Zoom. Incluso cuando la pandemia no acaba de marcharse. El sentimiento cuasireligioso, que impregna estos encuentros, es, sin duda, una muestra de fe en el ecosistema blockchain. Pero como todo sentimiento religioso necesita del contagio fervoroso del contacto. Tal vez, el encuentro presencial permita una mayor focalización en los objetivos, sin distracciones. Es dedicación al proyecto en alma y cuerpo.

Ciudadanos del mundo

Se trata de preferencias por el encuentro en ciudades por parte de ciudadanos del mundo. Profesionales que viven principalmente en la red, que desarrollan sus rutinas laborales en cualquier lugar, porque el lugar ya no importa. Muchos teletrabajan desde siempre. No conocen otra forma de trabajar, ni otro espacio que no sea su casa. Por ello, tienen la oportunidad de dar cuerpo a su red profesional en estos encuentros, a establecer esos lazos fuertes que derivan de la colonización de las relaciones informales de las relaciones formales-profesionales. Como ya apuntaba Rheingold hace un cuarto de siglo: las comunidades virtuales necesitan alimentarse de encuentros periódicos. 

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Las ciudades no quedan indemnes a esos flujos. Sus habitantes terminan hablando de criptomonedas y metaverso, si es que no lo hacían antes. Se impregna de criptomodernidad. La ciudad queda cubierta de un halo de futuro haciéndose presente.  Se trata de ciudades que institucionalmente se vuelcan en apoyo de estos acontecimientos alrededor de las distintas concreciones de la producción blockchainita. Ciudades volcadas hacia el futuro. A las que no les da miedo asomarse al futuro. Ello, a pesar de los recelos de sus respectivos gobiernos nacionales con respecto a las criptomonedas y las finanzas descentralizadas. Hay una especie de sorpasso de los gobiernos de las grandes ciudades sobre los gobiernos de sus países.

NFTs para consumo turístico

Un sorpasso que puede llegar a tener su punto de tensión en el momento en el que las grandes ciudades lancen, ya no sólo sus propios NFTs para consumo turístico, sino sus propias monedas, como ya ha sucedido en Miami o Nueva York.

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Resulta sorprendente como en estos eventos, la potencial competencia entre actores deviene colaboración. Las ciudades que los acogen se han convertido en una especie de red, que facilita el tour de encuentros y colaboraciones. Ciudades que están compitiendo con otras ciudades y con otras entidades territoriales-administrativas. Ciudades que compiten para convertirse en este escenario festivo y presencial de los profesionales de la más profunda de las virtualizaciones. Y es que una cosa son las fiestas en el mundo digital y otra muy distinta las fiestas cuerpo a cuerpo.

Foto de  Vicente Zambrano González, de la página del Ayuntamiento de Barcelona

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Javier Callejo
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