Estos son mis avatares, y si no le gustan, tengo otros
Estos son mis avatares, y si no le gustan, tengo otros

Facebook pasa de la economía del «me gusta» a la economía del avatar

La economía del «me gusta» ha sido un gran éxito durante más de un decenio, pero Facebook cambia ahora el paso hacia la economía del avatar. Las recientes declaraciones en The Verge del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, en las que confiesa su ambición de convertir su terrenal megaempresa de los social media en una “empresa metaverso” (metaverse company) son seguramente las más importantes desde que anunció el lanzamiento de la moneda digital estable (stablecoin) Libra, hace ahora poco más de dos años, rebautizada como Diem a finales del año pasado.

Facebook y la economía del avatar

Hay que tener en cuenta que estamos hablando de un gigante terrenal, que prácticamente impone sus reglas y control –político, técnico y económico- en el mundo de las redes sociales, lo que le ha llevado a algún enfrentamiento que otro con las instituciones que, al menos sobre el papel, tienen el poder democrático. De hecho, este anuncio tan de literatura de ciencia ficción lo hace Zuckerberg en un contexto de presión sobre su empresa por parte de las autoridades estadounidenses. El reciente “Facebook is killing people” de Biden suena demoledor.

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Por otro lado, el metaverso. Un mundo colectivo ficticio, compartido. Como toda utopía (no lugar), metáfora o espejo del mundo real. Un mundo virtual en el que el mundo real se reencarna en avatares, con nuevas potencialidades. Donde, como en la propia película Avatar, quienes van en silla de ruedas pueden convertirse en azules guerreros enamoradizos. Lo más interesante es que en el metaverso no se pierden los vínculos con el mundo real. De hecho, puede considerarse el nexo entre lo real y lo virtual, donde se cruzan lo real y lo virtual y, sobre todo, donde se cruzan las economías de lo real y de lo virtual.

Facebook como gran avatar del mundo

Zuckerberg ha calificado el proyecto de metaverso como el próximo capítulo de su compañía. Apunta rasgos del avatar de Facebook y, transformándose en avatar, nos habla de sus deseos, de su imaginario sin límites para la entidad que fundó. No sabemos si será azul intenso, como su color corporativo, o azul claro, como el de Twitter. Tal vez se esté pensando en más colores.

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El metaverso es el gran continente a conquistar en este momento civilizatorio. Es como las Indias o el Oeste de nuestro tiempo. Siguiendo las propias palabras de Zuckerberg, es el nuevo paso civilizatorio en internet. Del internet en los que las audiencias ven contenidos, al internet en el que se actúa. En el que tal vez seamos el contenido que alguien ve o que alguien paga por ver, servido por gentileza del metaverso Facebook (MetaFB), como ahora nos vende como audiencia.

Vender gente

Puede pensarse que, para la empresa de Merlo Park no es algo nuevo, pues se puede decir que no hace, ni vende contenidos, sino que lo que vende son partes de su ingente capital de usuarios. Pero, con su metaverso, se pone más en evidencia: no se trata tanto de vender productos a la gente, como de vender gente, que introduce sus comportamientos virtuales en internet, como producto, a fabricantes que producen bienes y servicios.

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Como contesta a una de las preguntas de Casey Newton: hay una tremenda oportunidad económica en convertir a su empresa en un ecosistema, para el que toma prestado el término de metaverso. En buena parte, se trata de reproducir ampliamente la lógica que ya ha implantado en Facebook: es la gente la que trabaja, generando contenidos. De hecho, para Facebook, los contenidos son ruido. La gestión de los mismos, es lo que le genera problemas con distintos movimientos sociales o instituciones, que le acusan de desinformación o canal de fake news.

Según nos cuenta The New York Times parece que son numerosas las compañías dispuestas a dar el paso hacia la metaversalización del mundo. Lo hacen con espíritu de aventura, atraídos por el reto que supone adentrarse en un ámbito en el que está todo por hacer.

Un espacio para conquistar

Entre las cosas por hacer, los fundamentos más básicos, como son las estructuras espaciotemporales. Incluso hasta las dinámicas del conocer: el cómo se puede conocer el metaverso y cómo se puede conocer en el metaverso. Fundamentos señalados para apuntalar la profundidad del proceso. Es entrar en un mundo vacío. Esto tiene sus desventajas, especialmente para los que prefieren el papel pautado, y sus grandes ventajas, como es que, como en todo espacio a conquistar: quien llega antes tiende a asumir todo como suyo, de su propiedad. Como si tuviera un derecho previo a apropiarse de todo y, así, establecer todos los derechos.

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La propiedad, como ya apuntó Rousseau en su Discurso sobre el origen de la desigualdad (1755), es el origen de la sociedad civil; aunque a consecuencia de ella se hayan producido guerras y crímenes. También los habría antes, incluso seguramente menos civilizados. Aquí vamos a subrayar nada más a la propiedad como tal fundamento de la sociedad civil. La propiedad nos civiliza, sin entrar a discutir si es mejor que el comunitarismo universal sin propietarios o la sociedad en la que el Estado es el propietario de todo. Esto último también estaba en Rousseau, de lo que Marx tomó buena nota. Pero, repito, esto es otra historia que puede desarrollarse en próximos posts sobre el metaverso. Que los habrá.

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Facebook quiere dar vida al metaverso

En el metaverso de Snow Crash dispone de grandes superficies alrededor de su calle de 100 metros de ancho para construir o fijar lo que se adquiera. ¿Qué ocurrirá con el metaverso de Zuckerberg? Hay que subrayar que lo que se dice en la entrevista, que, a su vez, recoge los ecos de un discurso que el CEO dio a sus empleados, es que Facebook se está convirtiendo en un metaverso. Es decir, no es que se vaya a incorporar a las concepciones existentes del metaverso. Su objetivo es “dar vida al metaverso”. Parafraseando a nuestro gran lírico Bécquer, Mark se convierte en Gustavo Adolfo y dice: ¿Qué es el metaverso? ¿Y tú me lo preguntas con mi color azul? metaverso es Facebook.

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Entre las características dibujadas de este MetaFB (metaverso Facebook) está su fundamento en la propiedad. Lo que ofrece a los usuarios es la posibilidad de que puedan trasladar sus avatares y bienes de un lugar a otro del metaverso con total facilidad. Lo que denomina interoperatividad en clave de 3D son los fundamentos espaciotemporales de su metaverso.

Reuniones en el sofá con hologramas

Además, como puente entre lo real y lo virtual, nos ofrece imágenes de realidad aumentada. Se podrán tener reuniones con los invitados en tu propio sofá, en forma de hologramas, aunque estén a miles de kilómetros de distancia. Lo que estamos haciendo ahora con Zoom o cualquier otra aplicación para reuniones, por ejemplo, pero con los reunidos en tu salón, ocupando sillas, sillones y sofás. Claro, así, nadie puede simular “estar ahí”, tras haber cerrado la cámara y el micrófono con la excusa de no cargar la conexión. O, a lo mejor sí, y aparece el avatar durmiendo, en una especie de standby. ¿Necesitamos realmente conocer todo el contexto de nuestros interlocutores o mostrar y traer a nuestros interlocutores a nuestro contexto? Más allá de las cuestiones de privacidad implícitas, creo que sólo en los casos socialmente más próximos, de quines nos sintamos cercanos. Bueno, siempre queda la solución intermedia de utilizar el posible “catálogo de espacios, sitios o contextos”. Al final, todos reunidos en virtuales entornos marinos, boscosos, lujosas oficinas en medio de impresionantes rascacielos, o escenarios de postal, como Picadilly oTimes Square, debidamente “customizados” (personalizados).

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El metaverso es verdadero

Como se dice en la entrevista: se consigue un sentimiento más fuerte de presencia. En todo caso, va a resultar que se simula mejor –estar reunido- en el internet básico que tenemos, que en el internet del metaverso. ¿Paradojas de la vida o todavía demasiado abstracto, como para generar prácticas de simulación? Se hace más imprescindible que nunca seguir con la teoría del simulacro de Baudrillard para entender todo esto: el simulacro no es lo que oculta la verdad, sino que es la verdad la que oculta que no hay verdad. El simulacro es verdadero (Baudrillard, Cultura y simulacro). El metaverso es verdadero.

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Por supuesto, es un proyecto y quedan muchas preguntas en el aire. Algunas son pronunciadas en voz alta por el propio Zuckerberg, como las cuestiones de la privacidad o de los derechos de propiedad intelectual. Pero hay otras. ¿Cómo gestionará Facebook desde su metaverso los malos comportamientos, lo que consideramos crímenes en el mundo real, como agresiones, violaciones y demás?

¿Un avatar para diferentes metaversos?

Si antes decíamos que los contenidos son el actual ruido en el uso de Facebook, pueden quedar multiplicados en el caso de las relaciones entre avatares. ¿Se convertirá Facebook en la policía virtual? Pero las preguntas se suceden: ¿podrá utilizarse el mismo avatar en distintos metaversos? ¿Quién operará, a su vez, en un metaverso que reposa sobre unos fundamentos diseñados por Facebook? Zuckeberg utiliza el término descentralización, que hay que reconocer que suena un poco raro en sus labios: operará de una forma descentralizada con muy diferentes actores. Hay que recordar que el consorcio que se originó para dar vida a su stablecoin, Libra, fue diluyéndose poco a poco.

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Reconociendo que Facebook ha introducido una nueva dinámica en nuestras relaciones sociales, el metaverso Facebook puede transformarlas tan radicalmente que dejarlas abandonada al monopolio o, en el mejor de los casos, un limitado oligopolio llamado descentralización, es para pensárselo. Aunque el metaverso esté lleno de juegos, no es un juego.

Una hiperrealidad

Tal vez un cambio de paradigma, donde las cosas aparecen más naturales de lo que son, siguiendo la reflexión del fundador de Facebook. Tal vez una hiperrealidad, usando el término de Baudrillard, más real que la realidad. Hay que tener en cuenta que el avatar de Facebook puede terminar convirtiéndonos a todos en avatares. De color azul o a elegir. Cuando Ford puso a la venta los primeros coches de su recién estrenada cadena de montaje, el comprador podía elegir color, siempre que fuera negro. Es posible que esto cambie ahora, pues es otra la revolución industrial. Para su cadena de montaje, Ford se inspiró en los grandes mataderos. Zuckerberg parece que se está inspirando en Ready Player OneFortnite y Snow Crash.

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Javier Callejo
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