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CriptoAgosto: Google, el rey absoluto de un régimen absolutista

Cuando una entidad tiene su propio lenguaje, es porque está creando su propio mundo y las reglas de supervivencia en el mismo. Es lo que pasa con Google. Aun cuando en castellano, con menor extensión que en inglés, utilizamos términos como “guglear” (googling) o “rankear” (ranking).

Es tal su impronta en nuestra vida práctica, que realmente a pocos importa la absoluta posición de dominio que despliega. Al revés, todos los interesados en mostrar algo a la gente y, sobre todo, publicitar algo se pegan por aparecer en los primeros puestos de los resultados de las búsquedas que se realizan en Google. La lógica de internet es, sobre todo, una lógica publicitaria. La publicidad domina en ella. Todo, hasta el “íntimo yo” busca venderse.

Google, el rey absoluto

Sólo a partir de internet puede entenderse algo como la marca personal. ¡Hasta hay másters de marca personal! Y sobre el dominio de la publicidad en internet, se encuentra, el propio dominio de Google, en el que nos movemos enganchados a su funcionalidad. Un dominio para el que trabajamos gratuitamente todos cada vez que “gugleamos”.

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Un dominio con prácticas que, en otro ámbito, hubieran sido motivo de escándalo. Y no me refiero a sus dudosas prácticas fiscales o a cómo usa el trabajo de otras instituciones o actores, como los medios de comunicación, en provecho propio sin ofrecer nada a cambio. Me refiero a cuestiones como, por ejemplo, asumir conjuntamente los beneficios por las visitas que se reciben, cuando se ha concretado la gestión publicitaria de Google a través de la contratación de términos, y, a la vez, el registro de tales visitas.

Escandaloso en otros ámbitos

Sirva de muestra que aquí, en España, hace unos años, cuando esto ocurría sólo parcialmente con respecto a la televisión –la empresa que llevaba a cabo la medición de audiencias estaba participada por Telefónica que, a la vez, participaba también en algunas de las televisiones que eran “medidas”- fue motivo de escándalo, llevándose a cabo un profundo cambio en el sistema de medida de la audiencia. Es sólo uno de los muchos ejemplos de cómo el dominio de Google hace que apenas nos cuestionemos sus prácticas.

Otro ejemplo de ese dominio está en las actualizaciones del algoritmo por el que se establecen los resultados de las búsquedas que se llevan a cabo. Es muy posible que, como dicen desde el propio Google, cada actualización supone una mejora y deriva especialmente para combatir algunas prácticas fraudulentas realizadas por muy pocos, para obtener los mejores resultados en las búsquedas. Pero no deja de suponer una especie de cambio de reglas en medio del partido que puede llevar casi a la ruina a los sitios webs que viven honestamente de las visitas y la publicidad.

Propuestas en blockchain

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Google es un rey absoluto en regimen absolutista. Mientras, seguimos trabajando para él. ¿Alternativas? Al menos, a través de Blockchain, ya hay propuestas que, al menos, permiten eludir la recepción de publicidad derivada de las búsquedas –los sitios patrocinados- y, si se acepta la recepción de tal publicidad, hacerlo a cambio de algún tipo de compensación.

Imagen de 377053 en Pixabay

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Javier Callejo
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