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CriptoAgosto: el poder de la técnica y el temor a las máquinas

Según Zygmunt Bauman, la Modernidad es una época ambivalente. Una ambivalencia que tiene en el poder de la técnica una de sus concreciones más patente. Una coexistencia de actitudes enfrentadas con respecto a la técnica y su poder, que parece haberse agudizado especialmente a partir de la revolución industrial. El sociólogo de origen húngaro enfocó particularmente la relación entre ciencia, técnica y el nazismo.

La técnica y las máquinas

Por un lado, la técnica como producto del poder del hombre. Lo que nos significa como especie. Es la técnica como palanca del progreso, como gran fuente de cambios beneficiosos para todos como consecuencia del control sobre el poder de la naturaleza. El poder de la técnica es concebido desde un horizonte universal, desde su aportación al mundo. La técnica como algo indiscutible, que desde la Ilustración legitima al Estado como promotor de la misma.

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En segundo lugar y debido a que las innovaciones técnicas relevantes acarrean cambios, la percepción arraigada en los perjudicados por estos cambios de que la técnica está al servicio de los hombres con poder o de quienes acceden y configuran un nuevo poder. Para los derrotados por la innovación técnica, cae el suelo sobre el que asentaban sus expectativas. Es la especial mirada del siervo hegueliano sobre el señor, que, sin embargo, ha generado no pocas resistencias a la innovación técnica y lo que se ve también como el poder (destructivo) de la técnica.

La técnica como progreso, como ideología

Tal vez la máxima expresión de estas resistencias es el movimiento ludita del siglo XIX. A partir de entonces, puede decirse que, incluso cuando algunas innovaciones técnicas han generado malestar entre trabajadores y empresarios de los sectores productivos afectados, se ha impuesto la ideología de la técnica como progreso universal sobre la concepción de la técnica destructiva. Hasta hoy en día pueden observarse síntomas de este malestar con el poder de la técnica en algunos sectores; pero conjugados con la segura sensación de tener la batalla perdida. Se ha impuesto el cambiar o morir.

El latente poder de las máquinas

Por último, en este simplificado esquema de agosto, el latente temor al poder de las máquinas. Puede decirse que ha estado ahí desde los mismos orígenes de la revolución industrial; pero acentuado según aumenta el potencial de las máquinas, asumiendo y superando las capacidades humanas. La ficción está poblada del mito de la enajenación de nuestras capacidades por la máquina, incluyendo la voluntad, de manera que se vuelven contra el hombre. Un imaginario que suele ser tenebroso, pasando la concepción de la técnica de instrumento para la liberación universal a una amenaza para la libertad del hombre.

Imagen de Pavlofox en Pixabay

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Javier Callejo
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