Para Blockchain, 2018 ha sido un año convulso. Por un lado, dando inequívocas muestras de
su crecimiento, hacia su definitiva salida del armario. Por otro, un contexto en el que el valor
de sus monedas, Bitcoin, Ethereum, ha vuelto a dar muestras de volatilidad. Incluso, el
descenso en la cotización de la segunda ha paralizado los nuevos proyectos. Dos sentidos
aparentemente inversos, si se los pone en paralelo. Una situación que parece invitar tanto al
optimismo, como al pesimismo. Sin embargo, lo que se está imponiendo es algo distinto, una
especie de optimismo moderado. Optimismo moderado porque hemos asistido a los primeros pasos hacia la definitiva
institucionalización de Blockchain, a que las criptomonedas entrasen en las agendas
financieras, a que se empiece a discutir al menos la probabilidad de su regulación en la mayor
parte de las sociedades desarrolladas. Se hubiera deseado más celeridad en la implantación
regulatoria; pero parece que se está a la espera de que algunos “valientes” den los primeros
pasos al frente, para que los demás se pongan rápidamente en marcha. Un avezado inversor financiero como Mike “Novo” Novogratz, que ha perdido un buen pellizco
de su fortuna cripto en los últimos meses, invitaba a ese optimismo moderado en una
entrevista en Bloomberg de mediados de este mes de diciembre. Nos situaba en una
temporalidad histórica: las revoluciones llevan tiempo, nos decía. Es decir, la revolución
Blockchain no será un camino de rosas, tendrá altibajos, y llevará más tiempo de lo esperado. Todo lleva tiempo. Así, el Observatorio Blockchain creado por la Comisión Europea y destinado
a dinamizar la implantación de esta tecnología en Europa, ante el evidente retraso con
respecto a otras economías del mundo, parece contagiada de este ritmo al trantrán. Si lo que
había generado tanta expectación renovadora y, sobre todo, aceleradora se sumerge en una
velocidad burocrática es para admitir que sí, que las cosas van más lenta de lo que cabría desear. Al menos, el Observatorio publicó el estado de la cuestión en el informe titulado Blockchain innovation in Europe. En este aspecto, el optimismo moderado derivada del hecho de que no se puede ir más lento. Optimismo moderado porque Blockchain se va institucionalizando poco a poco. Algunos
proyectos adquieren ya la forma de referencia de la tokeneconomía. Es lo que pasa con Brave
y su BAT en la industria de la comunicación y el entretenimiento. Es solo un ejemplo, entre
otros muchos, de consolidación a partir, en este caso, de una clara articulación entre la
tokeneconomía y la economía de la atención. Hablando de la atención, hay que confirmar que no hay más evidente signo de
institucionalización en nuestra sociedad que la frecuente aparición en los medios de
comunicación. Sobre todo, cuando la referencia a Blockchain y la tokeneconomía se instalan
en un espacio fijo y periódico de esos medios de comunicación. Pues eso, que las cosas van con optimismo moderado: ¿cuántos de los que vieron la noticia del nacimiento de Bitcoin realmente pensaron que su tecnología iba a seguir creciendo diez años después?
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